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Gregorio Doz: un gallego anarquista y querido por todos

“Estas líneas buscan rescatar a un personaje de Trelew, como fue sin duda mi tío abuelo Gregorio Doz. Por su peluquería de 9 de julio y Pasaje La Rioja pasaron durante décadas la mayoría de los trelewenses de entonces, no solamente para hacerse cortar el pelo o afeitarse, -era casi una barbería al estilo de antaño- sino además, y casi principalmente, para mantener largas tertulias sobre temas políticos y de interés general”.

por REDACCIÓN CHUBUT 20/10/2023 - 18.55.hs

(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).

Testimonio. Eduardo Fernández Lubo

 

“Gregorio había llegado de su Aragón natal -cuyo acento nunca perdió- y era casi un exiliado en la Patagonia de los años treinta, años difíciles para vivir en España, ya que profesaba el anarquismo y un furibundo antifranquismo, que más de una vez lo llevó a tener acaloradas discusiones en la Sociedad Española; incluso en más de una ocasión fue salvado de la ira de otros españoles en plena época de la Guerra Civil por la intervención oportuna de mi abuelo Jesús Fernández, casado con la hermana de Gregorio, mi querida abuela Serafina. Jesús y su hermano Andrés eran conocidos comerciantes de origen castellano, más precisamente de Soria”.

 

“Durante la Segunda Guerra Mundial Gregorio pasaba noches enteras en la peluquería escuchando las transmisiones en castellano de onda corta de la BBC, e iba marcando en un enorme planisferio los avances de las tropas aliadas, festejando cada batalla ganada contra Hitler. Al día siguiente abría la peluquería y comentaba las novedades a los clientes y amigos, manejando información que aún los escasos medios de prensa locales no poseían”.

 

“Sus pasiones políticas e intelectuales no le impedían llevar una agradable vida social, siendo muy recordadas las largas partidas de dominó en el Bar Español, jugadas con muchos de los amigos con los que poco antes había discutido, y que pese a ello no dejaban de valorar su condición de caballero y buena persona”.

 

“Cuando mi padre Oscar Alberto Fernández (Coli) volvió de La Plata recibido de abogado Gregorio lo alojó en su casa como su propio hijo”.

 

“Vivió siempre con su fiel y tozuda esposa vasca, Matilde, en la vieja casa de la calle Chile 124, teniendo apreciados vecinos como Josecito Sáez y Pepito Ojeda, hasta que un día partió detrás de su única y querida hija Elida a radicarse en Buenos Aires, donde pasó sus últimos años añorando las caminatas por su Trelew chico, y las largas charlas de salón con sus viejos amigos”.

 

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