Las tres fundaciones de Puerto Madryn
Puerto Madryn celebra cada 28 de julio un nuevo aniversario de su fundación, recordando la llegada de los primeros colonos galeses a las costas del Golfo Nuevo en 1865. Sin embargo, más allá de esta fecha simbólica, la ciudad cuenta con otros dos hitos que marcaron de forma decisiva su destino: la llegada del ferrocarril y la instalación de Aluar. Estos tres momentos históricos, separados por más de un siglo, representan distintas “fundaciones” de una ciudad que supo transformarse y expandirse gracias al empuje de las inversiones públicas y privadas, y a la capacidad de adaptación de su comunidad.
por REDACCIÓN CHUBUT 28/07/2025 - 16.12.hs
La primera fundación fue, sin dudas, la más simbólica. El 28 de julio de 1865, unos 150 inmigrantes galeses desembarcaron de la goleta Mimosa con el sueño de establecer una nueva colonia agrícola en la Patagonia. Se encontraron con un paisaje árido y carente de agua dulce, lo que los obligó a trasladarse a las riberas del río Chubut. A pesar de esto, nunca perdieron de vista el valor estratégico del Golfo Nuevo como punto de contacto con el exterior. El sitio ya había sido explorado por Love Jones Parry, el Barón de Madryn, quien intuyó su potencial. La cultura, el idioma, las prácticas agrícolas y la organización comunitaria que trajeron consigo los colonos dejaron una impronta profunda en la región.
Aunque en sus primeros años Madryn no logró consolidarse como núcleo urbano, aquel desembarco fundacional sembró las primeras raíces de una identidad colectiva que perdura hasta hoy.
La segunda gran transformación ocurrió dos décadas más tarde. El 28 de julio de 1886, el vapor Vesta llegó al golfo con más de 400 inmigrantes y los primeros materiales para construir el ferrocarril que uniría la costa con el valle del Chubut. La obra avanzó a un ritmo sostenido, desde Madryn hacia el interior, y dio origen a nuevas localidades como Trelew.
La línea quedó inaugurada formalmente en 1889 con la llegada de la locomotora Fontana. En paralelo, se construyó el muelle de hierro “Piedra Buena”, de 200 metros, que fortaleció la actividad comercial y convirtió a Puerto Madryn en un punto clave de intercambio en la región. Esta etapa marcó el inicio de una economía en expansión, con movimientos portuarios crecientes, servicios asociados al transporte y una comunidad que comenzó a estructurarse en torno a la actividad logística y comercial.
La tercera y más impactante fundación tuvo lugar en 1974, con la decisión de instalar en Puerto Madryn la planta industrial de Aluar, dedicada a la producción de aluminio. Hasta entonces, la ciudad mantenía un perfil de villa costera con actividad pesquera y comercio local, pero con limitada densidad poblacional e infraestructura básica. La llegada de Aluar, producto de una alianza entre el Estado nacional y el capital privado, transformó por completo esa realidad. Se construyó el barrio de 800 departamentos, el Muelle Almirante Storni, la Central Hidroeléctrica Futaleufú y una red de servicios e instituciones para acompañar el crecimiento. En pocos años, la ciudad duplicó su población, multiplicó su infraestructura y se consolidó como un polo industrial de escala nacional. La planta trajo empleo, capacitación y desarrollo, y promovió además un entramado productivo que involucró a proveedores, comercios y profesionales de diversas ramas.
A lo largo de estas tres etapas fundacionales, Puerto Madryn vivió procesos de transformación profunda que no fueron espontáneos, sino fruto de decisiones estratégicas, inversiones sostenidas y esfuerzos colectivos. En cada hito se combinó la visión de futuro con la llegada de recursos que posibilitaron el cambio. Desde el desembarco pionero de los galeses hasta la modernización industrial con Aluar, pasando por la expansión ferroviaria, la ciudad fue moldeando su identidad en diálogo permanente con el entorno natural, la economía y la cultura.
Hoy, al recorrer sus calles, sus muelles y sus barrios, es posible reconocer las huellas de esas tres grandes fundaciones. Cada una marcó un punto de inflexión en la historia de Puerto Madryn, y todas juntas explican su presente. Comprender estos procesos es también una invitación a pensar el futuro: qué tipo de ciudad se quiere construir, qué inversiones se necesitan y cómo continuar el camino de desarrollo con equidad y sostenibilidad. La historia de Madryn no es solo la suma de fechas o monumentos, sino el relato vivo de una comunidad que supo crecer mirando al mar, al valle y al porvenir.
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