El adiós a la Locomotora que conquistó Madryn y al boxeo argentino
Fue apenas un fin de semana, pero dejó una huella imborrable. El 8 de septiembre del año pasado, Alejandra “Locomotora” Oliveras llegó a Puerto Madryn como invitada especial de la carrera Destino Madryn, y en cuestión de horas se metió en el corazón de la ciudad. Con su carisma avasallante, su energía inagotable y su forma directa de hablar, se ganó a cada corredor, a cada voluntario, a cada vecino que se le acercó.
por REDACCIÓN CHUBUT 28/07/2025 - 20.33.hs
No fue una espectadora más. Caminó entre los atletas, sacó fotos, alentó y hasta se animó a trepar el famoso muro, uno de los tramos más exigentes de la competencia. Un video de ese momento se viralizó y todavía circula como una muestra perfecta de lo que era: una mujer sin miedo, siempre dispuesta a dar pelea, incluso cuando la pelea no era suya. Antes de irse, prometió volver. No pudo ser.
Este lunes, Alejandra Oliveras murió a los 47 años en el Hospital José María Cullen de Santa Fe. Estaba internada desde el lunes 14 de julio, tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico. Su muerte generó un profundo dolor en el ambiente del deporte argentino, donde fue mucho más que una boxeadora: fue símbolo, referente y pionera.
Nacida en Jujuy, criada en Córdoba, mamá a los 14 años, sobreviviente de violencia de género, Oliveras encontró en el boxeo un camino de salida y una plataforma de transformación. Se convirtió en campeona mundial en seis ocasiones, ganó 33 de sus 38 peleas (16 por nocaut) y logró un hito histórico al vencer por KO a la mexicana Jackie Nava en Tijuana, en 2006: fue la primera boxeadora argentina en ganar una pelea mundialista en el exterior.
Tenía una personalidad arrolladora, provocadora, sin filtro. “Soy la mejor”, decía, sin falsa modestia. Y lo creía. Su gran rival fue Marcela “La Tigresa” Acuña, con quien perdió en un recordado combate en el Luna Park, en 2008. Tras su retiro en 2017, fue influencer, motivadora, funcionaria, candidata política y hasta participante de “Bailando por un Sueño”. En 2024 había sido designada por el Ministerio de Seguridad de la Nación como parte de la Dirección Nacional de Seguridad en Eventos Deportivos.
Pero más allá de los títulos y las luces, lo que Alejandra dejó fue un mensaje potente: que se puede salir del fondo, que se puede luchar, que se puede vivir con pasión y sin pedir permiso.
En Madryn la recuerdan con afecto. Esa vez, entre saludos, abrazos y risas, no dejó de repetir que le había encantado la ciudad, que quería volver. Su promesa quedó en el aire. Pero su paso fugaz ya es parte de la memoria local.
Alejandra Oliveras fue única. Y como toda locomotora, no se detenía ante nada. Su historia seguirá corriendo. Como aquel día en Madryn, en el que trepó el muro y sonrió, feliz, como si aún estuviera en el ring.
Últimas noticias
Más Noticias