Puerto Madryn

Ser de buena madera

Por Christian Devia - Locutor, periodista y coach ontológico

por REDACCIÓN CHUBUT 27/09/2025 - 21.53.hs

Desde hace décadas el hombre como especie “inteligente”, está explorando el espacio buscando otros mundos, quizás para respondernos si estamos solos o no en este vastísimo universo. Quizás sea esa necesidad global de “pertenecer” a algo más como Humanidad.

 

Quizás sea la necesidad de buscar otro planeta que nos acepte ya que a este lo estamos destruyendo con nuestras acciones. Al estilo de la película Wall-E… En esta búsqueda muchos científicos, agencias espaciales de los países con recursos disponibles para investigar, e incluso filántropos, destinan millones a desarrollar tecnología que permita colonizar otros planetas. 

 

En la década del 90 en el desierto de Arizona, en EEUU, comenzó un experimento privado denominado Biósfera II, que consistía en emular en un ambiente cerrado y controlado, los distintos climas de nuestra Biósfera, el Planeta Tierra. Selva, desierto, océano, cultivos, animales, todo bajo vidrio.

 

El objetivo era claro: comprobar si ese tipo de hábitat podría funcionar… en otro planeta.
Por dos años 8 científicos, hombres y mujeres, se encerraron en ese complejo de domos y cápsulas de vidrio para investigar si instalaciones de esas características, podrían ser los hábitats humanos en otros mundos.

 

Si bien el proyecto llegó a su fin, pasó por numerosos contratiempos, como la falta de comida y agua, y afectaciones psicológicas por el encierro de los participantes.

 

Sin embargo, este Gran Hermano de la Tierra, dejó varias enseñanzas.
Los científicos notaron que los árboles, también encerrados bajo vidrio, tuvieron un crecimiento rápido en los primeros meses, aunque luego se aletargó, y finalmente no crecieron al tamaño de sus parientes “libres” en la verdadera naturaleza, ni su madera tenía la fuerza y la resistencia de sus semejantes.
La conclusión, eran débiles porque no habían desarrollado fibras resistentes ni flexibles, al no estar en contacto con la fuerza del viento. No desarrollaron sus “musculos”.

 

En este punto me permito reflexionar y te invito a hacerlo conmigo…
En los consultorios kinesiológicos de Madryn, al igual que la tendencia mundial, no atienden por quebraduras, ni moretones, ni torceduras ni nada, a menores de 15 años.

 

Las atenciones son por problemas posturales, están cada vez más encorvados y con dolores cervicales.
En las escuelas se cuida que no se golpeen ni se lastimen para evitar consecuencias, principalmente legales. Las plazas se han vuelto coloridas y plásticas para evitar golpes. 

 

Hoy los niños están encerrados en sus casas, conectados al mundo con el móvil. En ambientes seguros porque los adultos tenemos miedo de… (poné lo que se te ocurra). El poco contacto que tienen con personas de su edad es en el horario escolar, o alguna actividad extra curricular, a la que los adultos “responsables” los llevamos en auto, los esperamos el tiempo necesario, los subimos al auto y a casa de nuevo. 

 

¿Dónde está el viento que les permitirá desarrollar la fuerza y la resistencia?
Vivimos con miedo.
Miedo a que se frustren.
Miedo a que les pase algo.
Miedo a que no encajen.

 

Y en ese intento por protegerlos… quizás también los estamos debilitando.
¿Están teniendo nuestras infancias y adolescencias el “viento” que necesitan?
¿Estamos dejando que aprendan a resistir?

 

¿O estamos criando árboles hermosos… pero frágiles?
No se trata de exponerlos al peligro.
Se trata de dejarlos sentir el mundo, de permitirles equivocarse, frustrarse, adaptarse.
Porque solo ahí se construye la verdadera fuerza interior.
Ahí nace la buena madera.

 

Quizás sea el momento de permitir que nuestros niños- adolescentes se frustren. Y estar a su lado para acompañarlos en esa emocionalidad.
Dejar que se equivoquen sin enrostrarles el error y buscando que reflexionen.
Dejar que resuelvan todo por ellos. Y Estar cuando necesiten de nuestra ayuda.
En definitiva, enseñarles a sostenerse en el viento.

 

Porque cuando llegue la tormenta, y siempre llega, lo que los va a mantener en pie…
no será el haber tenido una vida sin golpes.
Será el haber aprendido a resistir, y a doblarse sin quebrarse.
 

 

¿Querés recibir notificaciones de alertas?