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Comenzó la primera extinción masiva en 65 millones de años

“Estamos librando una guerra contra la naturaleza. Los ecosistemas se han convertido en juguetes para [obtener] ganancias. La actividad humana está devastando bosques, selvas, tierras de cultivo, océanos, ríos, mares y lagos que alguna vez fueron prósperos. Los suelos, las aguas y el aire están contaminados por químicos y pesticidas, y repletos de plásticos. Nuestra adicción a los combustibles fósiles ha sumido al clima en el caos. La producción insostenible y los monstruosos hábitos de consumo están degradando nuestro mundo. La humanidad se ha convertido en un arma de extinción masiva. […] Actualmente hay un millón de especies en riesgo de desaparecer para siempre de la faz de la Tierra”.

 

Con esas palabras inauguraba Antonio Guterres, el secretario general, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica

 

Unos 65 millones de años después de la última extinción masiva, que marcó el fin de los dinosaurios en el planeta, los científicos advierten de que estamos en los primeros estertores de otra aniquilación de este tipo. A diferencia de otras, es la única causada por el ser humano, y en ella intervienen el cambio climático, la destrucción del hábitat, la contaminación y la agricultura industrial.

 

Algunos científicos opinan que en la próxima extinción masiva, al menos tres cuartas partes de las especies dejarán de existir en unos pocos siglos. Solo en las próximas décadas, al menos un millón de especies corren el riesgo de desaparecer.

 

Pérdida de seguridad alimentaria

 

"Creo que lo primero que veremos es que nuestro suministro de alimentos empieza a reducirse de forma notable, ya que gran parte de nuestra alimentación depende de la polinización", afirma Corey Bradshaw, profesor de ecología global en la Universidad Flinders de Australia del Sur. Las abejas desempeñan un papel fundamental para garantizar nuestra seguridad alimentaria.

 

Alrededor de un tercio del suministro mundial de alimentos depende de polinizadores como las abejas, y, si mueren, los rendimientos agrícolas podrían caer en picado, dijo Bradshaw.

 

Fertilidad del suelo

 

También se espera que la calidad del suelo se deteriore si los microorganismos críticos mueren. Algunos investigadores creen que pueden estar desapareciendo a un ritmo más rápido que otras especies. Su desaparición podría agravar la erosión, lo que a su vez provocaría más inundaciones, así como una menor fertilidad, que a su vez repercutiría en el crecimiento de los cultivos.

 

 Los suelos sanos dependen de microorganismos que, según algunos científicos, están desapareciendo a gran velocidad.

 

Escasez de agua y desastres naturales

 

Gran parte del agua dulce del mundo procede de humedales que purifican y redistribuyen esta fuente de vida. Por ejemplo, la torre de agua del Himalaya, que se alimenta de ríos y humedales, abastece a unos dos mil millones de personas. Si sistemas como estos se colapsan, como resultado de impactos que incluyen la floración de algas y el retroceso de la vegetación, la humanidad podría perder mucha agua para beber y para uso agrícola.

 

A medida que los bosques retroceden, los patrones de lluvia cambian. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación calcula que a partir de 2015 se talaron unos 10 millones de hectáreas de bosque al año.

 

 La selva amazónica está amenazada por la deforestación.

 

Y con la pérdida de árboles y vegetación –reguladores fundamentales del dióxido de carbono atmosférico– se prevé que el cambio climático empeore, desencadenando más fenómenos meteorológicos extremos. Las condiciones más secas y los bosques insalubres también aumentan el riesgo de incendios forestales.

 

Pérdida de resiliencia y más pandemias

 

"Lo que hemos hecho como humanos es simplificar todo el planeta, especialmente los ecosistemas de producción, hasta tal punto que se han vuelto vulnerables", dijo Carl Folke, científico medioambiental transdisciplinar y fundador del Centro de Resiliencia de Estocolmo para la investigación de la ciencia de la sostenibilidad.

 

Equipos de investigadores de todo el mundo estudian las especies de las que podría surgir otra pandemia.

 

Los investigadores también han advertido de que la pérdida de biodiversidad podría provocar un mayor riesgo de pandemias, ya que los animales salvajes y los seres humanos entran en contacto más estrecho a través de la fragmentación del hábitat y la alteración de los sistemas naturales.

 

El brote de ébola de 2014 en África Occidental, que se cree que fue causado por niños que jugaban en un árbol hueco lleno de murciélagos. Aunque el origen del COVID-19 aún no está claro, los resultados de algunos estudios científicos lo relacionan con los murciélagos silvestres.

 

Una pérdida fundamental del patrimonio, la cultura y lo intangible

 

Estos efectos son solo los que se pueden cuantificar. Para muchos conservacionistas y científicos, dejar que las especies se extingan de forma imprudente es similar al vandalismo. Incluso si sobrevivimos y evitamos las consecuencias catastróficas, el mundo quedaría muy mermado de forma irreversible por las extinciones masivas. Las pérdidas más trágicas podrían ser las que ni siquiera podemos ver.

 

¿Puede invertirse la pérdida de especies?

 

Si los humanos hacen algo, SI

 

"La conservación de la vida en la Tierra se enfrenta a lo que a veces parecen ser probabilidades insuperables. Pero, por otro lado, también hay muchas historias inspiradoras de éxito, y ejemplos de casos en los que la gente ha sido capaz de cambiar el rumbo, de poner en marcha acciones que permiten doblar la curva o que las tendencias vayan en la dirección correcta", dijo Brooks.

 

La investigación demuestra que los esfuerzos de conservación funcionan. Un estudio reciente reveló que, de no haber sido por las intervenciones de conservación, las pérdidas habrían sido de tres a cuatro veces peores desde 1993.                                                                                (Fuente DW)         

 

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