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En búsqueda de la historia

Estamos en presencia de un maratón de personalismos. Cotidianamente podemos notar como aquellos que hace un tiempo atrás mostraban sus virtudes por la comunión de ideas hoy desnudan sus apetencias habiéndose desentendido de ellas. Si como otrora la ideología era la ciencia de las ideas hoy nos hemos quedado en el medio del desierto sin saber cuales existen. Sólo una aparece con nitidez: la obtención del gobierno. Es cierto, por otra parte, que los personalismos siempre existieron. Probablemente Mitre, Sarmiento, Roca o el mismo San Martín siempre lo ejercieron, pero, me parece, hoy hay una gran diferencia. 
 

En aquella época, se estaba formando un país, una nación. Hoy ésta se deshilacha, se esfuma, tambalea. Sí, tambalea. Sin moneda, con millones de pobres, con cada vez menos trabajo formal y sin inversiones, con inseguridad creciente y una inflación que no da respiro. Con educación deplorable, con la asistencia a la salud cada vez mas declinante y con una justicia que cada vez denuncia más su valor de dar a cada uno lo suyo. No obstante se enfrentan los ciudadanos para pasar a la inmortalidad, creyendo seguramente que la historia, sea buena o mala, les permitirá tal condición.
Hoy, por efecto seguramente de la invasión de Rusia a Ucrania, luego de la pandemia, la inflación la sufre el mundo contemporáneo. No obstante en un análisis histórico lo nuestro, la inflación, no tiene comparación y con seguridad sus causas son las políticas económicas que se han aplicado sistemáticamente.
De ellas, casi de todas, podemos obtener un diagnóstico que les encantan a la mayoría de los economistas, «que todo es por un problema monetario», no admitiendo los problemas de fondo. Esos errores se deben a una equivocada comprensión de la naturaleza de la moneda. Esta como metal amonedado pertenece al orden de la producción, se vende y se compra como cualquier mercancía; como medida de valor, pertenece al orden de la circulación. Por ello en la base de los fenómenos monetarios están los fenómenos de la producción; tratar los primeros aisladamente de los segundos equivale a girar en el vacío. 
Creo que el remedio a esta inflación de fuente estructural, no es la estabilidad monetaria, sino el desarrollo que transforme esa estructura. Estabilizar al nivel actual equivale a estabilizar y perpetuar la actual estructura, lo cual es inaceptable porque supone postergar y profundizar el caos de las aspiraciones populares y eliminar la posibilidad de que nuestro país desenvuelva sus fuerzas productivas en forma acelerada.
Esto impone una readecuación de los medios de pago, como también impulsar las exportaciones impone restablecer la verdad monetaria, es decir acomodar progresivamente el valor de nuestro signo al valor de la divisa fuerte; también por cuanto para mantener las fuentes de trabajo que no reciben inversiones extraordinarias es necesario expandir el crédito, aunque sea crédito selectivo.
Para mantener a un nivel dado el valor del salario real, es necesario aumentar en proporciones dadas el salario nominal. Hoy a todo ello se opone la hipertrofia del sector público que opera como un gran motor propagador de la inflación, al succionar recursos del circuito productivo y aplicarlos a financiar actividades improductivas. Se impone el sinceramiento de todas las variables: precios, salarios, tarifas, tipos de cambio, para que ningún artificio les impida adecuarse a los costos de producción y a las leyes económicas. En el interín, con la política actual, crece la franja pública de la economía por ausencia de oportunidades de inversiones atractivas y rentables que convoquen al capital privado.
Creo en suma que, el que cobra un sueldo, sin realizar actividad productiva, no deja funcionalmente de ser un desocupado. Menos personalismo y más ideas para compartir y debatir sería no lo dudo de mayor importancia para una Argentina que insisto y lo creo, se tambalea.
 

 

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