Regionales

El arte de olvidar

Observando y escuchando las distintas posturas que se adoptan, tanto a favor de los cambios que se proponen desde el Gobierno nacional, como en contra de los mismos, da la idea de que en muchos de ellos no se ha tomado conocimiento de la situación en la que se encuentra nuestro país y en la situación en que nos debatimos los que habitamos en él. 
 

Es que creo que rápidamente nos hemos olvidado de dónde venimos, y lo que nos ha ocurrido por las distintas políticas adoptadas, que complicaron en grado sumo la convivencia no solamente en el aspecto material, sino también en el ánimo. Desde allí se nos ha convocado para el futuro. Es que no siendo el único problema el económico, aunque «duele» en muchos casos, el deterioro es integral.
El fenómeno de la ruptura del conformismo al que estábamos acostumbrados, dejó secuelas de profundo arraigo y, voceros institucionalizados que no quieren comprender hasta qué punto una respuesta geográficamente íntegra, requiere un esfuerzo aún mayor para el debate serio, sin chicanas y con criterio constructivo. Nos espera un proceso lento para poder equilibrar la desazón individual en una actividad que debe ser conjunta que, dejando de lado respuestas angustiantes, nos permita encontrar nuevas frente a los interrogantes que nos aturden. 
En Chubut venimos de una época donde superar los límites era una virtud. Ello nos llevó a importantes manifestaciones de corrupción y a una serie de prácticas que generaron un despliegue de pobrismo demandante que, encumbrando a sus líderes, generaron una oferta pública de la que hoy se paga su consecuencia. Hoy un embargo puede jaquear un municipio o el incumplimiento de una deuda provincial puede hacer tambalear su presupuesto. A nivel nacional, con la realidad de que «no hay plata», fruto del despilfarro con dolo directo que debiera significar un verdadero proceso judicial, por tener que saber el funcionario público que la emisión ilimitada, sin reservas y con fines electorales, tenía que terminar con niveles de inflación, como el que nos encontramos. Se ha generado una mayor pobreza e indigencia. Esta es la realidad. Como diría un filósofo contemporáneo «la aversión a la autolimitación, el conformismo generalizado y la consecuente insignificancia de la política tiene un precio, un precio muy alto. El precio se paga con la moneda en que suele pagarse el precio de la mala política: el sufrimiento humano». Hoy entonces ¿Cuál puede ser la queja? ¿Qué significa el grito de aquellos que en nuestro caso incendiaron o intentaron incendiar la provincia y hoy pretenden ser los cuestionadores? Creo que deberíamos hacer una reflexión. Me parece muy interesante la propuesta de que el Gobierno nacional tiene que mirar al sur. Pero también los sureños y voy a ser más preciso los chubutenses tenemos que mirarnos sin prejuicios. No es precisamente generando acciones discursivas como resolveremos nuestros problemas que, comparativamente con otras jurisdicciones provinciales, tienen asimetrías de importancia. Neuquén defenderá la explotación de Vaca Muerta, Río Negro su turismo, La Pampa su ganadería y Santa Cruz su minería... ¿Y Chubut? Más allá que los diputados y senadores que han sido elegidos deberán dar sus puntos de vista, es fundamental trabajar para la realidad provincial. Es cierto que hasta tanto no se logre el proceso de estabilización es imposible obtener el concurso de inversiones privadas que deberían poner en valor nuestros recursos y el aprovechamiento de lo instalado para generar un proceso industrial, pero otros sectores como el de la salud, la seguridad y fundamentalmente el de la educación debieran estar ocupando la agenda de gran parte de los funcionarios públicos. Las políticas públicas requeridas deben ser tomadas rápidamente donde no solamente se observe el formato o el continente sino básicamente el contenido. Tomando el caso solamente educativo es necesario, frente a la soledad que se ha dejado a quienes requieren del sistema, que se avancen en nuevos modelos pedagógicas y desarrollo de diseños curriculares en todos los niveles. La escuela de Chubut debe dar un salto de calidad para superar no sólo el desierto educativo existente, sino preparar a nuevas generaciones en habilidades y conocimientos modernos para que puedan acompañar el plan provincial que es necesario traducir. La incertidumbre también requiere que lo privado tenga en cuenta lo público y los valores que la animan y las políticas, para poder emprender hacia el futuro. Creo que de esta forma saldremos de la crisis. Con acciones concretas.
 

 

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