Sociedad

Una comodorense entre los argentinos que ganaron un concurso de la NASA

Sol Maldonado Betanzo, ingeniera electrónica de Comodoro Rivadavia forma parte de los siete jovenes de entre 25 y 28 años que se consagraron ganadores del hackatón NASA International Space Apps Challenge 2023. La joven es ex becaria de Pan American Energy en la UNPSJB.

por REDACCIÓN CHUBUT 04/04/2024 - 09.40.hs

A fines de 2023 un grupo de siete jóvenes argentinos, oriundos de seis provincias distintas de nuestro país, se consagraron ganadores del hackatón NASA International Space Apps Challenge, una competencia de prestigio mundial. Allí presentaron su aplicación, Ainoken, que consiste en un mapa 3D de la Luna donde se muestran los eventos de los lunamotos, detectados a partir de instrumentos que fueron dejados durante las misiones Apolo.

 

A través de un mail se enteraron del glorioso triunfo, y supieron que tienen la posibilidad de asistir a la ceremonia de premiación en Estados Unidos el próximo 4 de junio. Mientras recaudan fondos para poder viajar, trabajan en los avances de otro de sus prometedores proyectos, RoverTito, el primer rover lunar de América Latina. En diálogo con la prensa, cuentan de dónde viene su pasión por el espacio, y el deseo de inspirar a las nuevas generaciones.

 

Tomás Liendro tiene 27 años, es ingeniero mecánico y el líder del equipo. Nacido en Santa Cruz, actualmente vive en Villa Carlos Paz, Córdoba, junto a su pareja -que cumple el rol de mentora-, Sol Maldonado Betanzo, de 28, ingeniera electrónica, oriunda de Comodoro Rivadavia, Chubut, quien es ex becaria de Pan American Energy en la UNPSJB. Dolores Avalis, de 26, es diseñadora industrial, oriunda de Villa Mercedes, San Luis, y erradicada en San Carlos de Bariloche, Río Negro. Fabián Burgos, de 25, es ingeniero electrónico y nació en Sunchales, Santa Fe, pero también vive en Bariloche. Lautaro Mendieta, de 28, es ingeniero en telecomunicaciones, porteño de nacimiento, se instaló en Viale, Entre Ríos. Juan Manuel Losarcos, de 27, es geólogo, oriundo de Santa Rosa, La Pampa, y está cursando su doctorado en Geología Planetaria en Illinois, Chicago. Santiago Núñez es ingeniero electrónico y analista programador universitario, comoderense y residente de su ciudad.

 

  Tomás Liendro y Sol Maldonado Betanzo son pareja: él es el líder del equipo y ella se desenvolvió como mentora del grupo de seis integrantes.

 

Todos ellos forman parte del proyecto que ganó, y aunque trabajan codo a codo hace casi dos años, todavía varios de ellos no se conocen personalmente. “No tenemos ni una sola foto todos juntos, porque como esto nació en pandemia, todo fue a través de meets, lo que nos permitió ser un equipo federal, y que no hubiera barreras geográficas”, expresa Sol. El día de la premiación en Estados Unidos, cuando visiten la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) será la primera vez que estarán reunidos frente a frente, y sueñan con ese momento.

 

Aunque tienen distintas formaciones profesionales, cada uno aportó sus conocimientos, y tienen en común una inmensa motivación. Con tan solo una hora de charla con ellos se percibe el respeto que los caracteriza y la admiración que sienten como colegas por los logros que han alcanzado. Por más numerosa que sea la conversación, ninguno quiere interrumpir al otro, quieren darle lugar a que todos participen, y ninguno busca protagonismo, sino brindar servicio. “Desde muy chiquito me gustaba la electrónica, es algo que se mantuvo siempre en mi vida y después con el paso de los años me fui formando, pero recién cuando entré a este equipo empecé a estar más inmerso en el diseño espacial”, explica Fabián sobre sus inicios. Algo similar dice Dolores, que cuenta que cuando era niña le encantaba dibujar, armar y desarmar cosas. para indagar cómo funcionaban.

 

“Este concurso me hizo descubrir nuevas aficiones, porque sino me hubiera sumado, realmente no me habría dado cuenta de que me gusta mucho la configuración física, y hoy en día estoy trabajando en eso, en la parte satelital”, explica la diseñadora industrial. A su vez, todos coinciden en que todo lo relacionado al espacio siempre les generó curiosidad, pero lo veían como algo “muy lejano”, sin imaginar que podría ser su campo de estudio en el futuro. “Como la mayoría, más que en un documental o en una película de ciencia ficción, nos parecía imposible llegar al espacio, pero cuando uno trabaja con gente que le gusta lo que hace, que está apasionada, las oportunidades aparecen, y esto fue posible gracias a que se juntaron un par de chicos convencidos de podían hacer un proyecto de alta tecnología, y demostraron que los profesionales argentinos tenemos una capacidad increíble, y que simplemente necesitamos trabajar en conjunto”, sentencia Juan Manuel, conectado a la charla desde Chicago.

 

Después de haberse consagrado en el OpenSpace 2020/21, gracias al diseño de RoverTito, un robot autónomo de dos kilos que lleva seis motores y cámaras que sirven para identificar el entorno y planificar qué camino debe tomar en la Luna, en la edición 2023 volvieron a presentarse, y lograron consagrarse como uno de los 10 equipos ganadores entre 57.000 personas y 8715 equipos de todo el mundo. Esta vez participaron 5.556 proyectos, todos enfocados en crear soluciones innovadoras.

 

Ellos desarrollaron lo que bautizaron como Ainoken, un mapa interactivo de terremotos lunares (moonquakes) a través de una aplicación web que permite monitorear la actividad sísmica en superficie lunar, basada en datos de sismógrafos de la NASA. “Incorporamos mapas detallados y una sección de colaboración para futuras misiones, incluso integramos un chatbot con inteligencia artificial para responder preguntas sobre la exploración lunar, un simulador lunar y la posibilidad de utilizar realidad aumentada”, cuentan entusiasmados.

 

Hicieron cuentas y estiman que entre pasajes y estadía requerirán un mínimo de 3.500 dólares por persona. “Estuvimos hablando con mucha gente, para ver quién podría apoyarnos, desde algunos privados y también entes municipales, y si todo sale bien, con la ayuda de algunos organismos podríamos cubrir cuatro pasajes, pero faltarían dos más, es decir, 7.000 dólares, una cifra bastante elevada”, revela la mentora del equipo. Con mucho respeto, confiesan que todavía no pidieron ayuda a través de las redes sociales, porque no quisieran tener que recurrir a la solidaridad ciudadana. “Sabemos cómo está todo hoy, y primero queremos tocar todas las puertas posibles para encontrar sponsors, estamos en esa búsqueda para todo el que nos quiera ayudar”, indican, y ofrecen como medio de contacto su cuenta de Instagram, @spacebeetech. fuente infobae

 

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