Aniversario Trelew

La vida sin prejuicios en las décadas de 1940 y 1950

A Elena Domínguez le dicen “Coca” y tenía un poco más de 80 años en el momento que la entrevistamos. Fue una de las modistas “de toda la vida” de Trelew. Le ha hecho vestido de novia, junto a la señora de Guerra, a buena parte de las mujeres de la ciudad. Pasó su niñez y juventud entre los bailes de carnaval, y la vida tranquila de entonces. A través de sus recuerdos, podemos saber más sobre cómo vivían en la Trelew de 1940. 

por REDACCIÓN CHUBUT 04/10/2023 - 10.43.hs

Un paseo al canal. Elena Domínguez, junto a un grupo de amiga.

 

(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).

 

“Las fiestas de carnaval se organizaban con gran entusiasmo en esos años. Corría 1946 y yo pertenecía al Club Racing. Nos juntábamos seis chicas y representábamos al club en los salones de baile; las seis vestidas iguales, y nos daban el dinero para que nos hiciéramos la ropa. Quedaba precioso el traje. Era celeste con terciopelo, con casquitos, con lentejuelas, muy lindo... Y uno tenía el entusiasmo de la juventud, que era maravilloso. Se hacían corsos en ese tiempo, así es que íbamos representando al Club en la calle y después en los salones, casi siempre al del Club Independiente”.

 

“Durante el día los carnavales se hacían muy lindos porque la gente gozaba tirando agua. Trelew corría por la 25 de Mayo, daba la vuelta por Pecoraro y volvía por Julio A. Roca. Y por ahí iban los autos, que todavía eran muy antiguos. Y los muchachos con agua. En casa había una puerta de hierro, la abrían y entraban todas las chicas jugando... era hermoso, nosotros nos divertíamos. Y mi papá, sentado en el medio, y hasta a él lo mojaban. Todo era así, con espontaneidad y mucho respeto”.

 

“Llegaba la noche y nosotras -bañaditas y todo- de vuelta al baile. Mi mamá se reía y me decía 'estos carnavales hacen adelgazar a todas las chicas"."Y sí, adelgazabas tres o cuatro kilos bailando”.

 

“Fue una época en que nosotros no teníamos prejuicios, éramos naturales...”.“Había unas chicas del Club Independiente que iban vestidas hasta con sombrillas en tono rosa. El vestido era con volados, voladitos chiquitos y muy amplios. Iban con la sombrillita que se usaba, de verano, llena de voladitos, eso era maravilloso. Esas chicas eran como 7 u 8. Así es que había una competencia, daba gusto. Pero parece que uno cuenta eso y es que estás leyendo un libro de cuento de hadas”.

 

“Ibas al baile siempre con la compañía de las madres. Nos combinábamos; una mamá llevaba a cinco chicas y se quedaba en el baile. La otra semana, otra mamá. Era bárbaro. Después salíamos todos, los chicos que nos sacaban a bailar nos acompañaban casi hasta la casa, pero veníamos con la mamá charlando todos. Era muy lindo, ahora parece que esto es distinto”.

 

“En el baile se jugaba mucho con el lanza perfume y el papel picado. Ahí eran justamente los comienzos de los primeros noviazgos. Yo lo conocí a mi esposo en el baile, pero ya era un poquito más grande”.

 

Un noviazgo pleno de rituales

 

“Estar de novia por aquella época era muy lindo. Había días fijados para la visita del novio. Los padres decidían eso. Y mi esposo, como era del sur, vivía en una casa de pensión. Se quejaba... 'Qué lástima, a la casa de tu familia no puedo ir todos los días'.

 

Después me venía a buscar los domingos para ir al cine, porque en ese tiempo estaba el Verdi. Siempre íbamos de tarde. Mi esposo era muy chinchudo con los chicos que hacían ruido, y nos reíamos de eso, de los que aprietan los papeles, de los que hacen ruido...”.“Y después nos íbamos al centro, a la 25 de Mayo, que era 'la vuelta del perro'”. Y a las 20:30 estaba en casa. En esos días la vida era sencilla”.

 

Las chicas de antes

 

“Como yo había aprendido costura tuve muchísimas oportunidades de conocer gente a la que le hacíamos el vestido de novia con Lila Guerra, que era mi profesora. Y como a mí me encantaba dibujar, entonces yo hacía carpetas y hacíamos los croquis, los dibujos, los diseños. Lila me enseñó desde los 14 a los 20, porque después que aprendí me dejó con ella, para seguir practicando y todo eso. Entonces era maravilloso, porque había chicas preciosas en ese tiempo, yo las veía tan lindas. Entre ellas, Orito Misraji. El papá tenía una tienda muy conocida en el centro, en la calle Rivadavia. Muy linda chica... tiene dos hijas ahora”.

 

La escuela

 

“Cuando era chica fui a la escuela 123, íbamos los seis hermanos. Así es que uno lo llevaba al otro hasta que llegó el más chiquitito. Había un barro... ¡qué asfalto! Y eso que no estábamos lejos. La escuela quedaba en la calle AP. Bell al 400, más o menos. Y tuve la suerte de que una maestra, que es la que más quise siempre, le había tomado tal cariño al grupo que iba subiendo de grado junto con nosotros hasta llegar al final. Era la señora Ema de Moyano. Después se jubiló, pero se fue a Comodoro a vivir porque tenía un hijo, y después aceptó un cargo en el Consejo de Educación de la Provincia. Verla a ella era como volver a ver el sol, era hermosa. Me enseñó tanto... todavía tengo los cuadernos. Como a mí me gustaba pintar, yo era la que dibujaba los pizarrones y la que hacía todas esas cosas”.

 

“Las maestras eran muy serias, y el director -que se llamaba Esteban Miranda, un señor bajo y gordito, un tano imponía respeto. Los chicos temblaban. Había un grupo grande de maestras. Y muchas eran de Buenos Aires porque en aquellos tiempos, tantas locales no había. Solamente estaba la señora Ochoa, que fue la que empezó en primer grado. Después fueron cambiando, conocí muchas maestras pero ya no eran del grupo mío”.

 

El tren 

 

“A los 16 años empecé air a bailar. Salía siempre con las chicas de Durán. Como yo daba clases de corte y confección, a mi casa iban muchas chicas. Los días de Mucho calor, en enero por ejemplo, estábamos trabajando y decíamos 'qué pena, y nos íbamos para la playa en el tren”. El tren era maravilloso, porque vos ponías un bolso, los refrescos y te ibas a la playa. Eso era muy lindo, esa parte de la vida fue maravillosa. Después vinieron otras obligaciones. Me puse de novia, y cuando se casa uno todo cambia”.

 

Las telas de Casa Thies

 

“Había un negocio en la esquina de 9 de Julio y Pellegrini, ahora está la escuela de arte. Y ahí estuvo Martínez Hermanos, muy famosa. A ese negocio le compró mi hermano, hizo el primer supermercado de Trelew que se llamó Gardoro. Son las siglas de García, Domínguez (que era mi hermano) y Rodríguez. Todo lo moderno que ahora hay, como los carritos, estuvieron ahí por primera primera vez”.

 

“Antes casi no comprabas porque había negocios en el barrio; un boliche en la esquina que se llamaba Alum, que estaba en 28 de Julio. Y después un carnicero en la esquina. Todo estaba muy cerca”. “Después estaba la Casa Thies, que era la mayor casa de venta de productos finos. Ellos traían desde Alemania o desde donde sea. Vendían broderie, terciopelo, lo mejor que se conseguía en telas estaba allí. Después fue Casa Ayuso, que seguí trayendo telas como la otra”. “Pero esto fue como en el '53 o'57”.

 

Foto familiar. Elena “Coca” Domínguez (a la derecha de la Ureta en a dos de sus  hermanas.

 

Testimonio Elena Domínguez de Domenech.

 

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