Las minas de uranio subterráneas afectan la salud más que las a cielo abierto I
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El uranio es un elemento metálico que emite radiactividad; es un componente clave en las armas nucleares y reactores nucleares. Se encuentra naturalmente en la tierra y ha estado causando problemas de salud en los mineros desde tan temprano como el siglo XIV. La minería del uranio sigue siendo muy peligrosa, presentando el riesgo de aumento de las tasas de cáncer de pulmón para los trabajadores, a pesar de precauciones que siempre son insuficientes.
Entre los muchos estudios de este problema, uno a largo plazo publicado en una edición de 2008 de "El Diario de Protección Radiológica" dieron seguimiento a los índices de mortalidad de los mineros de Nuevo México a partir de 1955. Éste mostró un incremento de la mortalidad entre los trabajadores de las minas subterráneas.
El aumento de la mortalidad de los mineros se debió principalmente a las enfermedades respiratorias y la cirrosis del hígado. Según el estudio, las tasas anormalmente altas de cáncer de pulmón son atribuibles a los altos niveles de radón en las minas de uranio.
Naturalmente al ser gaseoso el contaminante, afecta más en espacios cerrados.
Pero los mineros no son los únicos en peligro por la minería de uranio. Según IPAO, una red de organizaciones no gubernamentales que trabajan en África Occidental, existe una amplia evidencia de que la minería de uranio puede dar lugar a problemas de salud para las personas que viven en las cercanías de la mina, debido a la contaminación resultante del agua y otras formas de contaminación.
Con el fin de producir 25 toneladas de uranio que suele ser lo que se necesita para alimentar un reactor nuclear por un año, se producen unas 500.000 toneladas de roca estéril y 100.000 toneladas de residuos del tratamiento. Este material permanecerá peligrosamente tóxico para los centenares de miles de años.
Se le llama roca estéril a aquella roca de la mina con un contenido de uranio que se supone no rentable. Los estériles forman las colas radiactivas en las minas. También hay colas radiactivas en las plantas de tratamiento donde se produce la torta amarilla.
De acuerdo con una historia de 2008 en el periódico del Reino Unido "The Guardian", los efectos mundiales de la minería del uranio son "desastrosos", descrito como una "pesadilla ética y ambiental" en algunos países que han emprendido la minería del uranio.
En el artículo de opinión de David Thorpe dice, en resumen:
La extracción y el procesamiento del uranio liberan polvo y residuos radiactivos. Estos materiales contaminan aire, suelos y cursos de agua, con efectos duraderos.
Grandes cantidades de roca estéril y relaves quedan expuestos. Contienen metales pesados y radionúclidos que permanecen peligrosos durante miles de años.
La minería de uranio es intensiva en agua y electricidad, lo que agrava su huella ecológica en zonas áridas (ejemplo: Namibia, Australia).
Thorpe menciona que la mayoría de las minas de uranio activas o proyectadas se encuentran en territorios habitados por comunidades indígenas o vulnerables. Estas poblaciones suelen sufrir contaminación directa y carecer de beneficios económicos reales.
Problemas de salud en trabajadores y poblaciones cercanas. Alta exposición al gas radón y a polvo radiactivo. Riesgo aumentado de cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias.
Continúa Thorpe:
Hipocresía de la “energía nuclear limpia” Denuncia que se presenta a la nuclear como “verde” frente al cambio climático, pero se ocultan los costos humanos y ambientales de la minería.
Acusa al gobierno británico, y a otros países compradores de uranio, de ignorar deliberadamente los impactos en países productores como Níger, Namibia, Kazajistán o Australia.
Advierte que, si aumenta la demanda nuclear, también crecerán los daños asociados a la extracción de uranio.
En resumen, el artículo de Thorpe sostiene que la energía nuclear no puede considerarse “limpia” ni “ética” mientras dependa de una minería con consecuencias tan graves.
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