LITERATURA INFANTIL

“Bucle a casa”

Este cuento de Melanie Agustina Brucen fue seleccionado entre los mejores del concurso literario de aventuras y ciencia ficción organizado por la Asociación Educación y Valores de Chubut, en la categoría destinada a jóvenes mejores de 18 años.

por REDACCIÓN CHUBUT 30/07/2021 - 22.47.hs

 “Bucle a casa”

 

Despierto e intento auto-convencerme de que solo tiemblo por el frío.

 

Observo el lugar. Nieve por todas partes.

 

¿Cómo acabé aquí?

 

Encuentro una libreta en mi bolsillo. La guardo y sigo mi camino, pensando en una sola idea: “Una vez más, a casa”.

 

Al encontrarme con una cabaña escondida, decido tocar la puerta. Un hombre y una mujer la abren, me reciben y me sientan sobre un gastado sofá.

 

-Hola. Somos Ron y Rua, científicos independientes, y necesitamos tu ayuda con una teoría que te parecerá alucinante. Lamentablemente, no podrás revelar a nadie lo que estás por descubrir.

 

Observo y Ron prosigue:

 

-Debes tener una pequeña libreta en tu bolsillo derecho, sácala.

 

Hago lo que me piden, pero sacándola de mi bolsillo izquierdo, y ambos se sorprenden.

 

-Cambios, alteraciones, Ron – exclama Rua.

 

 

Leo la primera página y pregunto qué es una “Recurrencia temporal”.

 

-Es un “bucle”.

 

Se muestran amables pero no siento comodidad. Les propongo que me ayuden a volver a casa y acordamos que cooperaré en su “proyecto científico”.

 

Me enseñan una habitación y me ofrecen comida. No tengo hambre. Me paso toda la noche leyendo y siento sorpresa al comprender cada término científico.

 

 

Ya en la mañana, me levanto de la cama y corro una de las cortinas, sin embargo me quedo inmóvil al 

 

encontrar una pequeña frase en uno de los marcos de la ventana.

 

-¡Buenos días!–me asusta Rua, entrando-Espero que hayas descansado, tendremos un día muy largo.

 

Después de una larga charla sobre el “proyecto”, quiero preguntar para qué exactamente me necesitan.

 

-Hay demasiado en juego, pero solo te diremos que hace décadas que hemos buscado la forma de completar la hipótesis sobre la recurrencia temporal e incluso, la de ramificaciones temporales.

 

-Sí, leí sobre ello anoche. Pero son solo hipótesis, ¿no? No se sabe si es algo posible, ¿o sí?

 

-Claro que es posible. Nosotros lo comprobamos. Descubrimos que ciertas vibraciones, producidas por máquinas computadoras, logran crear una abertura temporal en el espacio tiempo. El problema es la necesidad de otro tipo de inteligencia, mucha energía, y…

 

 

Se queda en silencio, y Rua prosigue:

 

-…Y carbono. Lo que sucede es que al intentar generar aquello, accidentalmente creamos una ramificación, y ahora no podemos remediarlo, pues cada vez que lo intentamos, volvemos al principio. Creamos un bucle.

 

-Milagrosamente, te encontramos antes y eso nos trajo aquí. ¡Tú puedes ayudarnos!

 

Lo pienso, y ante el entusiasmo en sus ojos, digo:

 

-Y así podré volver a casa, ¿verdad?

 

-Por supuesto.

 

Mienten.

 

 

Vuelvo a mi habitación y me dirijo al marco de la ventana, no obstante, me inquieto al releer la frase y encontrarle cierto sentido.

 

En el cuadrado bajo una parte del árbol, junto a una de las ovejas” leo.

 

Deduzco que, si quien lo escribió quisiera que fuera visible para todos, no lo hubiera escondido.

 

O tal vez no tenga ningún sentido.

 

Busco algún cuadrado en la habitación, pero sin éxito. Rua me llama. Mientras ella prepara una tarta, me pide que le ayude con las latas, mas al querer pasarle una, se me cae al suelo y termina debajo de una vieja cajonera de madera. Me agacho para alcanzarla, y ahí es cuando veo que la baldosa del suelo, en lugar de ser rectangular como todas las demás, es cuadrada. Mis sentidos se agudizan y me pongo de pie, observando mi alrededor.

 

 

Bajo la parte del árbol…”.Claro. La cajonera es de madera.

 

Miro por todas partes hasta que doy con lo que busco. Un cuadro titulado “La oveja”.

 

Por más que Ron y Rua se muestran amables, no me agradan.

 

Esa noche, luego de que me sometieron a curiosas pruebas para “ponerme en condiciones”, espero a que la cabaña se quede en silencio. Me movilizo hasta llegar a la cajonera, y me pongo de rodillas. Al quitar la baldosa, encuentro una cavidad con un paquete. Sin pensarlo dos veces, lo tomo, dejo todo como estaba y vuelvo a la habitación en silencio.

 

Abro el paquete y encuentro un diario, escrito hasta la mitad.

 

 

Comienzo a leer:

 

“Día 1: No vivo aquí, pero encontré este diario cuando desperté. Decidí caminar y encontré a una pareja, la cual ha sido muy amable al ofrecerme estadía aquí. Quieren que les ayude con un proyecto, pero como debo ir a casa, me negué”.

 

“Día 1: Una pareja me encontró luego de que desperté. Vivo con ellos hace unos días. Me llevarán a casa luego de que les ayude a terminar un proyecto, así que comenzaremos mañana. Encontré este diario con la primera hoja escrita, y decidí escribir yo también.

 

Día 2: Me inyectaron algo hoy temprano y no puedo dejar de temblar desde entonces. Quiero ir a casa.

 

Día 3: Me negué a que continúen con las inyecciones, pues no me han hecho bien, apenas puedo caminar y tengo frío. Creo que por eso se enojaron”.

 

“Día 1: Encontré este diario en el cajón junto a la cama. Al igual que a las personas anteriores a mí, me ha recibido una pareja. También debo ir a casa, pero han sido ellos los que prometieron llevarme si les ayudo con su proyecto.

 

Día 2: Los escuché murmurar en la sala, preguntándose qué harían conmigo si no cedía, y no hubo respuesta. Si supieran que los escuché...

 

Día N° desconocido: No recuerdo cuando escribí lo anterior.

 

Mi pierna izquierda no me responde bien, y aunque lo notaron, no han dicho nada.

 

No siento nada cuando la aguja de las inyecciones traspasa mi piel, creo que no es normal. Este diario no está seguro, debo esconderlo en un lugar mejor, por si ellos lo encuentran.

 

Ahora que lo pienso, nunca se presentaron.

 

Quiero escapar esta noche”.

 

Dejo de leer. Si esto es una broma, no da risa.

 

 

Escucho pasos en el pasillo, y finjo que estoy leyendo la libreta en lugar del diario. En ese momento, Rua abre la puerta.

 

-¿No puedes dormir?–me pregunta, con falsa preocupación.

 

-Es que todas estas hipótesis y teorías son fascinantes. No puedo parar de leer–miento.

 

-Sí, te entiendo. Es increíble lo que los humanos podemos lograr aprovechando todos los recursos que se nos atraviesan. Nada importa más que superarnos. Las mentes como las nuestras son las que realmente valen.

 

 

Luego de reírse, me pide que me duerma. Pero una vez que se va, sigo leyendo:

 

“Día 1: Encontré este diario cuando la tormenta ocasionó que la ventana se abriera y quedara este en evidencia.

 

Es escalofriante lo que acabo de leer, pobres personas, mas me temo que es tarde para mí, pues desde hace tres días estoy aquí y hace dos comenzamos con las inyecciones.

 

Al acostarme, tiemblo, por eso no he logrado pegar un ojo desde que llegué. Intento comer, pero no tengo apetito.

 

Día 2: El sujeto me golpeó porque dijo que sé demasiado, pero lo cierto es que solo repito lo que ellos dicen.

 

Escuché que dijeron que estoy evolucionando. Eso es bueno, ¿no?

 

Día 3: Les pregunté si alguna vez han hecho con alguien más lo que están haciendo conmigo, pero no respondieron. En su lugar, ella me  golpeó e insistió en que ya no iremos a casa, mandándome a la habitación.

 

Día 5 o 6: Apenas puedo respirar, dijeron que revisarían mi fuerza y estuvieron todo el día torturándome. Mi espalda me duele mucho. No sé si sobreviviré, así que envolveré esto y lo esconderé detrás del cuadro sobre la cama. Si lees esto, ¡cuidado! No aceptes las inyecciones”.

 

Cierro el diario e inspiro profundo. Vaya, ¿realmente algo malo le ha sucedido a estas personas?

 

Me recuesto para descansar el cuerpo, con la firme decisión de largarme de aquí cuánto antes, a casa o a cualquier otra parte.

 

 

Al día siguiente, durante el desayuno, Ron y Rua conversan sobre la tormenta de nieve que se avecina. Continúan hablando sobre trivialidades hasta que mencionan algo que me tensa: las inyecciones. Me ofrecen el poder recibir ciertos pinchazos para continuar con las pruebas que me han hecho. Digo que no, que prefiero ayudarlos de otra manera.

 

-Creo que no estás comprendiendo la gravedad del asunto, así que lo aclararemos para ti–Ron se pone de pie, y se acerca a mí-.El descubrimiento de algo maravilloso y que puedas obtener lo que quieras, ya sea volver a casa, dependerá de que puedas aceptar nuestra propuesta, ¿se entiende?

 

Me quedo en silencio ante esas palabras. Es una forma indirecta de decir que no tengo opción.

 

-Entiendo pero, ¿durante cuánto tiempo recibiré las inyecciones? ¿Hay alguna probabilidad de que algo salga mal?

 

 

No responden, y decido dejar las vueltas y aceptar, acordando comenzar mañana.

 

-Tenemos todo el tiempo del mundo–murmura Rua.

 

 

“Día 1: Acabo de instalarme en esta habitación, y accidentalmente encontré este diario detrás del cuadro.

 

Honestamente, cuando la pareja me recibió no me convencieron ni un poco. Se hacen llamar Ron y Rua. A pesar de todo, les dije que necesito un lugar donde dormir. Nada más.

 

Me extraña que los que estuvieron antes de mí no hayan descubierto mucho, dado que tengo la impresión de que, en cada relato, la pareja siempre ha sido la misma. Ron y Rua ocultan algo, su discurso simple ya no es confiable. Yo no seré como los anteriores.

 

 

Día 2: Aunque no he dormido, no siento cansancio. Esta mañana les pregunté qué les gusta hacer a ellos y me han dicho que su pasatiempo favorito es la ciencia. Su último proyecto tiene que ver con viajes en el tiempo y bucles temporales.

 

Interesante.

 

Rua pasa más tiempo en este lado de la cabaña, mientras que Ron desaparece detrás de una puerta de metal.

 

No me he negado ante las inyecciones, así que comenzaremos mañana.

 

Me preocupa que la pareja encuentre el diario, así que buscaré un buen escondite.

 

 

Día 3: Anoche hubo truenos y Ron y Rua corrieron a cubrir el vehículo. Se supone que yo estaba durmiendo, pero apenas salieron, corrí a meterme a la oficina. Aparentemente, lo que han dicho sobre los bucles y viajes en el tiempo es cierto. Tomé lo primero que encontré, una pequeña libreta y la he estado leyendo. Pero eso no es todo. Alcancé a ver unos archivos sobre inteligencia artificial, y muchas fotografías encima del escritorio del fondo que son mías.

 

¿Quiénes eran las personas que escribieron esto, y qué les sucedió?

 

 

Día 4: Saben que tomé la libreta y me preguntaron qué más he visto. Les dije que nada.

 

Esta mañana encontré el escondite perfecto, así que cuando termine de escribir, lo esconderé allí.

 

Me ha inyectado muchas veces y apenas puedo moverme. Temo que quieran asesinarme o que les hagan lo mismo a otros. Solo te digo, persona que lees, que investigues lo más que puedas. Sé astuto y no los dejes ganar.

 

O escapa, da igual. Yo lo haré esta noche, luego de dejar un código en el marco de la ventana. Quien venga después de mí, lo necesitará”.

 

Llego al final. No hay nada más.

 

Tengo que pensar cómo escapar de aquí.

 

Apago la luz y un sonido en la cocina interrumpe el silencio. Ron y Rua están discutiendo entre susurros.

 

-Se suponía que esta vez no habría truenos, Ron.

 

-Hice lo mejor que pude, Rua, pero cuando de bucles se trata, nada es seguro. Mejor deja de quejarte y ayúdame.

 

 

Escucho truenos afuera, y retengo la respiración. Parece que ambos han salido.

 

No lo pienso dos veces y salto de la cama para dirigirme hacia la puerta de metal. Está cerrada.

 

Observo el resto de las habitaciones y veo, debajo de una de las alfombras, una llave asomándose. La tomo y corro a ver si funciona en la cerradura e instantáneamente la puerta se abre. Una vez adentro, busco sobre los estantes, muebles, escritorios, algo que se vea diferente y noto un sillón que me llama la atención, así que lo muevo de su lugar para encontrar una caja con archivos. Siento mi corazón latir con fuerza al tomar un sobre titulado “Sujeto experimental”. Una foto mía es acompañada de las palabras “Sujeto original”; en la siguiente página otra foto con el nombre “Sujeto 01”, hecho que se repite hasta llegar a “Sujeto 06” donde “características” está a medio escribir y algunos renglones están vacíos.

 

Cierro mis ojos y al abrirlos, de pronto estoy en una camilla. Las agujas atraviesan mi piel  sin que sienta nada y comienzan a vaciar algo en mis venas sin que me pueda resistir. Pregunto qué me están poniendo.

 

-Inteligencia artificial y veneno. Lo que absorba primero tu cuerpo, nos beneficiará de cualquier manera. Sabemos que estuviste husmeando anoche–confiesa Ron-.Entonces, si tan grande es tu interés en saber, te lo diremos todo.

 

No digo nada aunque siento mi pecho doler.

 

-Estamos frente a una versión mejorada de tu “yo” original. Rua y yo tuvimos un accidente. Sobrevivimos y te encontramos. Tiempo después, te inyectamos inteligencia artificial con la esperanza de que tuviera un efecto secundario y te quitara algo de humanidad, así soportarías mejor que tu materia se dividiera pero… Bueno, no sobreviviste y te desechamos desde tu propio avión. Pero horas más tarde, apareciste con vida sin recuerdos. Te recibimos, y desde entonces intentamos continuar con el proyecto o que mueras de verdad, pero siempre vuelves a aparecer. Ese es el bucle.

 

 

Todas las personas que han escrito en el diario, siempre fui yo.

 

-Pero tienes poca humanidad, por eso es que no necesitas alimentarte, ni te fatigas, y suponemos que tampoco duermes…

 

–¿Y ahora qué me van a hacer?

 

-Matarte o convertirte en nuestra rata de laboratorio. ¿Últimos deseos?–pregunta Rua, sosteniendo una especie de cable incoloro.

 

-¿Cuál es mi nombre?–Es lo único que me interesa saber.

 

-No tenías documentos pero te presentaste como “Casa”. Adiós, Casa.

 

Cierro los ojos, esperando a la muerte, que nunca llega.

 

Horas después, entran a la habitación.

 

-No tiene pulso–comentan, y creo que es cierto.

 

Todo lo siguiente ocurre muy rápido. Me suben a una camilla y de pronto estamos en el aire. Observo lo que parece ser un avión y mi mano sostiene algo con filo.

 

-Voy a descender, así te encargas–comenta Ron, el piloto.

 

No espero más y de un momento a otro estoy sobre Rua, enterrando el objeto filoso en su ojo. Ron suelta los controles y se abalanza sobre mí. El avión sigue descendiendo a gran velocidad. Le tuerzo el brazo, y antes de que él logre asfixiarme, todo es oscuridad.

 

Despierto e intento auto-convencerme de que solo tiemblo por el frío. Hay dos cadáveres cerca de mí y trozos de avión por cualquier lugar al que miro.

 

Observo el lugar. Nieve por todas partes.

 

¿Cómo llegué aquí?

 

Decido seguir mi camino, pensando en una sola idea:

 

Una vez más, a casa”.

 

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