Historias

Regreso a lo auténtico: la historia del joven que eligió vivir en Camarones, el pueblo de su infancia

Lautaro Comesaña es chubutense. Vivió mucho tiempo en la ciudad hasta que recibió la llamada del mar y decidió volver al pueblo de su infancia en busca de quedarse y “vivir tranquilo en la naturaleza”. Su historia es la de muchos otros, y teje una narrativa que refuerza el sentido de pertenencia, buscando enaltecer la pujanza de un pueblo que busca darle oportunidades a sus jóvenes. 

por REDACCIÓN CHUBUT 15/03/2024 - 12.11.hs

Según el último censo, Chubut tiene poco más de 600 mil habitantes y, en superficie, está entre las 5 provincias más grandes del país. Las poblaciones más grandes se concentran en las ciudades, pero, debido a la enorme extensión de territorio, tiene una enorme cantidad de pueblos y parajes inhóspitos.

 

El éxodo de personas, mayormente de jóvenes, que se viene dando hacia las grandes urbes es uno de los inconvenientes a resolver por parte de la provincia.

 

El pueblo de Camarones tiene alrededor de 3 mil habitantes, por sus características y proyección turística, es uno de los escenarios donde los jóvenes eligen quedarse o volver.

Lautaro tiene 24 años, nació en Trelew y su madre es camaronense. Cuenta que todos los veranos iba al pueblo con su familia y pasaban allí todo el tiempo posible. “Recuerdo la tranquilidad, la desconexión de la ciudad y la libertad que sentía de andar por las calles o salir a jugar hasta tarde, sin problemas”.

 

Las sensaciones positivas quedaron ancladas en su conciencia y fueron derivando en un profundo sentido de pertenencia que logró consolidar con el tiempo. 

 

“En 2017 mi mamá estaba cansada de la ciudad y quería volver a Camarones a vivir. Me preguntó si quería quedarme en Trelew o irme con ella. Elegí irme al pueblo y ni bien llegué empecé a hacer trabajos en comercios. Cuando cumplí los 18 años empecé a trabajar como estibador en el Puerto, después de 3 años me fui a Madryn, donde estuve 2 años trabajando en un complejo turístico, hasta que me salió una oportunidad laboral en Camarones y no dudé en volver”, cuenta el joven.

 

“El mar es algo que desde chico me encanta y disfruto mucho ir a la playa con mi familia o amigos, estar todo el día ahí, contemplando e interactuando con la naturaleza y las personas”. El océano fue determinante en su decisión de volver e instalarse en Camarones. 

Lautaro subrayó mucho la tranquilidad del pueblo y la posibilidad que otorga de “estar en contacto con la naturaleza, en un lugar único, puro y sin contaminación de ningún tipo”. 

 

Para mantener cierto equilibrio, el trabajo no puede alejarse mucho de las pasiones. Y en el caso de Lautaro, el balance está garantizado. 

 

“Trabajo como anfitrión en el Parque Patagonia Azul, soy quien recibe a la gente y les explica qué se puede hacer en la zona. Siento que soy parte de algo más grande, y que estoy haciendo una tarea que aporta”, desatacó Comesaña.

 

Y concluyó: “Me encanta la posibilidad de quedarme trabajando y viviendo en Camarones”.

El caso de Lautaro es similar al de muchos otros jóvenes del pueblo que están apostando por su lugar. Muchos se van, se capacitan y vuelven para sumar desde el lado que se prepararon. Camarones es uno de los pocos pueblos donde la población se mantiene a lo largo de los años, con lo positivo de encontrarse a solo 200 kilómetros de Trelew y de Comodoro Rivadavia, el pueblo es un bastión de la pujanza de sus habitantes.

 

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