3 de abril de 1982

Mario Almonacid y un homenaje a los héroes anónimos de Malvinas

POR JORGE ANDURELL.

por REDACCIÓN CHUBUT 03/04/2024 - 11.07.hs


No hace mucho tiempo, millones de argentinos entonamos en cada rincón de nuestra patria aquello de "Los Pibes de Malvinas que jamás olvidaré". Esta es la historia de uno de ellos: Mario Almonacid, primer soldado conscripto chubutense caído en la Guerra del Atlántico Sur.

 

El 29 de marzo de 1982, zarpa de la Base Naval de Puerto Belgrano la corbeta de la Armada Argentina Guerrico, rumbo a una zona de operaciones desconocida para la mayoría de los que componían la tripulación. La recuperación de las Islas Malvinas aún no se había producido. 

 

Mientras la nave hundía su proa en los tempestuosos mares del sur, 40 soldados del Batallón de Infantería de Marina N.º 1, hacinados y con profundos malestares, soportaban el rumbo de su destino. El mismo era Grytviken ("bahía de las ollas", en idioma noruego), un antiguo puerto ballenero que, junto a Puerto Leith, era los dos únicos sitios habitados de la Isla San Pedro, la mayor de las islas Georgias del Sur. 
"Son unas tierras condenadas por la naturaleza al congelamiento perpetuo, que nunca sentirán el calor de los rayos del sol, de cuyo aspecto horrible y salvaje no tengo palabras para describir", así describía el capitán James Cook en 1775, las islas que bautizó como Georgias del Sur en homenaje al rey "demente" Jorge III.
En Leith, días antes, se había producido el controversial desembarco de los obreros chatarreros de la empresa del búlgaro-argentino Constantino Davidoff, quien firmó un contrato con la empresa Cristian Salvesen de Escocia para desmantelar los restos de la factoría ballenera allí existente. Este hecho generó el llamado "Incidente Georgias", por el cual el 21 de marzo de 1982 el gobernador británico en Malvinas, Rex Hunt, envió al buque polar HMS "Endurance" con 22 infantes de Marina para desalojar a los obreros argentinos. Estos marines, al mando del teniente RM Keith Mills, se instalan en Grytviken. Allí, en la madrugada del 2 de abril, los británicos comienzan a preparar sus posiciones defensivas al recibir información de la recuperación de las Malvinas por parte de las fuerzas argentinas. Viento y tempestad, durante 3400 km la pequeña corbeta enfrentaba al mar. Cuánto tiempo para pensar... en la vida cuando era nuestra, la familia, la calle Araucarias, el último campamento, la Técnica... los asaltos y el boliche, las risas... pero como en la canción lógica... 
Entonces nos mandaron lejos...
Tal vez Mario Almonacid habrá charlado con sus "camadas" de los goles de Alzamendi y del Burru con los que su querido Independiente le empató al sorprendente Ferro de Timoteo, ese domingo... 
Llegaron a la zona de Leith soportando aún el mal tiempo: "Con ello desmejoró el estado físico de la tropa que no pudo descansar bien por el temporal". Al amanecer del 3 de abril, se trasbordaron los infantes de marina al mando de los Ttes de Navío Luna y Teniente de Corbeta Giusti de la Guerrico al Buque Polar Bahía Paraíso. Desde allí serían helitransportados en un Puma del Ejército hasta la playa para ocupar Grytviken, donde supuestamente solo estaba un destacamento de civiles del Servicio Británico del Antártico (B.A.S.).
El jefe de la operación, el capitán de "Bahía Paraíso", le había dicho al teniente Luna, ante la inquietud de este, que había recibido información de la presencia de las fuerzas británicas en el lugar: "Usted la única oposición que puede tener es la de un científico con algún rifle de caza", ordenándole que no hubiera bajas de los adversarios. "Los científicos" eran 22 royal marines que estaban esperando el desembarco de los argentinos. Mario, aquel joven nacido en Comodoro Rivadavia el 24 de enero de 1960, de la familia conformada por Humberto y María, quienes habían cruzado los Andes desde su Chile natal en busca de mejores oportunidades, realizó su educación primaria en la escuela n.º 26 y el secundario en la ENET N.º 1, estudiando para ser técnico electrónico. Tuvo que ver cómo su padre fue despedido de la empresa Agua y Energía ante el conflicto del Beagle. Al ser sorteado para el servicio militar obligatorio, debió pedir prórroga para finalizar sus estudios.
A los 21 años fue incorporado como conscripto a la Infantería de Marina en el CIFIM (Estación Pereyra, cercanías de La Plata), realizando allí su instrucción. Luego fue destinado al Batallón de Infantería N.º 2 ubicado en la Base Baterías, cerca de Puerto Belgrano, desempeñándose como radioperador. 
Según testimonia un compañero VGM, "Él era radioperador del BIM 2 de la compañía Echo y fue transferido al BIM 1, por ser hijo de chilenos y darle otras tareas... Escribo esto porque soy testigo de dicho acto". Asimismo, se supo que figuraba como "observado" por el Servicio de Inteligencia Naval por este mismo motivo. "Díganle a los de la barra que se queden tranquilos que dentro de 6 meses voy a ser civil...". 

 

Y la canción lógica sonaba en tus recuerdos... "Cuando era joven, parecía que la vida era tan maravillosa"... 

 

3 de abril de 1982, Grytviken, Islas Georgias del Sur. El Helicóptero Puma Argentino despega de la cubierta del Buque Polar Bahía Paraíso, guiado por delante por el helicóptero naval Alouette, pilotado por Remo Oscar Busson, el TC Guillermo Guerra y el Suboficial Julio César Gatti trasladan al primer grupo de tiradores del Batallón de Infantería de Marina N.º 1 al mando del Teniente de Corbeta IM Roberto Giusti. 
Minutos antes, el mismo helicóptero había desembarcado al primer grupo de 15 hombres en una zona denominada King Edward Point. Desde este punto, el Teniente de Navío IM Luna, su jefe, trata de avisar que se modifique el orden de envío de los grupos para recibir apoyo de morteros, ya que son recibidos por disparos provenientes de los ingleses ubicados en el lugar, pero ya es tarde...

 

"Pero entonces me mandaron lejos..."

 

Eran las 11.53 de ese día, en el segundo grupo iba a bordo junto a sus camaradas el soldado conscripto Mario Almonacid. El helicóptero Puma volaba sobre el agua de la caleta de ingreso donde había dejado al primer contingente, pero cambia su ruta de vuelo. Así, empieza a recibir fuego de ametralladoras y armas automáticas desde la posición británica; balas trazantes ingresaban al helicóptero por todas partes. Se escucha al piloto, capitán Juan Carlos Villagra: "Me dieron, me dieron, nos caemos, me quedo sin controles". Caía aceite caliente del techo, era el lubricante de las turbinas. Entre el humo y el ruido se escuchan gritos, se ve la sangre en los uniformes. Los pilotos Leguizamón y Villagra logran realizar un aterrizaje forzoso del enorme Puma en una hondonada al otro lado de la bahía en The Hummoks.

 

La tragedia de la guerra se adueña de la vida de nuestros jóvenes; las balas británicas dejan sin vida al conscripto Mario Almonacid y a Néstor Jorge "El Moncho" Aguilla, de sangre y tierra mapuche, nacido en Paso Aguerre, Neuquén, dos hermanos patagónicos (la paradoja de quién es y dónde está la patria pareciera que aún sigue sin entenderse, a pesar del sacrificio y la sangre de tantos hermanos); con disparos en la cintura, el valiente chubutense Manuel Bórquez siguió resistiendo su dolor ante los ataques del enemigo. Los soldados Juan Pérez, José Ponce y el Cabo Segundo Alejandro Ibáñez también son heridos. Cuenta el aviador naval Remo Oscar Busson: "Me dice Villagra, primero llévate al herido que está muy mal. Lo traen, lo acuestan atrás y el pibe... ¡No era un pibe, se entiende, era un soldado, pero... era un pibe, carajo! Tenía toda la vida por delante. Le habían pegado un tiro en la panza. Y había uno... Creo que tenía un tiro en la cabeza... Estaba todo manchado de sangre. Estaba acostado y me agarra la mano y se me muere agarrándome la mano. ¿Qué querés que te diga? Para bajar en el buque yo tenía que maniobrar, y tenía que bajar con la mano del chico este y bajé, no sé cómo, pero bajé...". 
El helicóptero del último viaje era un Alouette alondra (en francés), quizás... 
"Todos los pájaros están cantando felizmente, mirándome... Cuando era joven que la vida era tan maravillosa"... 
Mario Almonacid, nacido en Chubut, junto a Jorge Aguilla, nacido en Neuquén, son los dos primeros ciudadanos, soldados conscriptos argentinos caídos en la Guerra del Atlántico Sur.

 

In memoriam de los que no volvieron, en reconocimiento de los que regresaron.

 

 

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