Regionales

El problema provincial y la búsqueda de soluciones

En una situación crítica y hasta dramática que tenemos en el ámbito provincial deben encontrarse las soluciones a través de medidas acordes a los tiempos que se viven, tanto en el orden internacional como en el ámbito de las políticas nacionales.

Es normal que la tarea sea compleja y que nadie tenga en su poder la verdad revelada para salir de una crisis sin antecedentes en la historia provincial, pero la mentira no ayuda de ninguna manera. Una crisis que es económica y financiera, pese a los auxilios que otorga el Estado nacional. 
Es que ha sucedido lo que era previsible, aunque se hubiera enmascarado la cruda realidad, seguramente para poder obtener réditos electorales. No hay duda que el poder de persuasión, llámese paritarias, y otros argumentos de fantasía dieron sus frutos en las urnas pero, obtenido el resultado y casi inmediatamente, significó lo que les pasa a las mentiras: tienen patas cortas, como dice el refrán popular. 
Hoy, y desde hace meses atrás, no se encuentra garantizada ni la administración de Justicia ni la educación, que son pilares insoslayables en cualquier estado de derecho que consagre el acceso a la Justicia y la igualdad ante la Ley. Esta postura, cercana a los límites constitucionales, no ha motivado a un Poder Legislativo, seguramente más preocupado por las internas políticas que por los intereses provinciales, y que observa cómo se desgranan lastimosamente nuestras instituciones. 
La necesidad de alimentar enormes burocracias de servicios y actividades ociosas, por superabundancia de actores, sin un proceso de acumulación de capital, aun estatal, generó el estallido del sistema. En una palabra, si nuestra búsqueda es aprisionar aún más a la alicaída actividad privada para el sostenimiento del Estado, que ni siquiera da una respuesta acorde con las expectativas de la gente, estamos creo, elaborando una solución sin ninguna posibilidad de éxito. Si en cambio creamos el ambiente para la reactivación y la inversión, no sólo podremos ir generando una mayor demanda de trabajo sino también la posibilidad de encauzar al Estado en un tránsito hacia el equilibrio de sus cuentas y del número de sus trabajadores que hoy sólo ven en él la fuente de sus ingresos. Los chubutenses tenemos áreas donde se han generado inversiones y donde se ha producido acumulación de capital. El sector petrolero, el del aluminio, el de la pesca y el de la energía, juntamente con el turismo, pueden proveer, en su articulación, los instrumentos requeridos para alimentar un sector industrial y agrícola ganadero que genere una integración productiva que dinamice la economía provincial aumentando el producto bruto geográfico. Ya en 1987 mostrábamos en el recinto legislativo mediante fotografías, y pese a las amenazas, cómo en materia pesquera se dilapidaba un recurso que podría con su aprovechamiento provocar nuevas actividades. Hoy seguramente está pasando lo mismo por la ausencia del Estado donde debe estar.  
Hay consenso para la emergencia alimentaria, pero sin atacar de raíz el problema y las dos cosas imponen simultaneidad. Que se termine con la cultura de que la única fábrica es la administración pública. No hay que tener miedo a determinados emprendimientos, que implican grandes inversiones, como la minería, dado que hay que aprovechar los adelantos de la ciencia y la tecnología, productos del desarrollo ya alcanzado en otras partes, que pueden ser utilizados y exigidos para nuestros intereses. ¿Quiénes nos impiden controlar la explotación de nuestros recursos naturales? Nadie, pero queremos pensar en lo que no existe cuando delante de nuestra mirada se diluyen los recursos.  
Otro ejemplo es válido para entender la cuestión. El petróleo, que se obtiene de nuestro territorio y que conforma las regalías, sólo depende de las declaraciones juradas de las petroleras. Lo que es un proyecto propio y viable, como lo es el recurso petrolero, lo dilapidamos sin desenvolver, con las técnicas de última generación, una industria petroquímica, o una destilería tantas veces anunciadas. No podemos dejar de trabajar para el futuro porque, de otra forma, no hay salida. Sólo necesitamos políticas tributarias acordes al desafío para que se produzcan las inversiones, energía y tecnología aplicada a las comunicaciones. Sin producción es imposible generar distribución de bienes y servicios en beneficio de la gente y sin entenderlo, por el mero enfrentamiento, perdemos todos. En la humildad del gobernante y en el razonamiento de los sectores comprometidos podrá encontrarse la solución que nos deberá enseñar y comprender que al Estado, como ocurre en nuestra provincia, no se lo puede manejar al antojo y capricho de los gobernantes de turno, o de intereses sectoriales. Creo que la fantasía y la mentira deben dar paso a la realidad y a las políticas de expansión para superarla.

 


 

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