Regionales

Cuando caen dos pájaros de un tiro

Esta forma de expresión, de antigua data, podría perfectamente encajar en un análisis político. Como todo análisis, basado en las conductas y en las ciencias sociales, podría no ser exacto pero nos permitiría observar, desde un ángulo diferente, y basado en hechos históricos recientes una situación que, aún siendo grave, ubica a determinados personajes de la política. Retornando a la expresión del título, que tenía otro origen, bien se aplica cuando se pretende solucionar un problema o dos, casi de un plumazo. 
 

Desde el origen del gobierno a nivel nacional estamos en una permanente duda: o nos gobiernan de acuerdo a lo que se inscribe en nuestra ley fundamental, la Constitución, o hemos retornado a los orígenes de nuestra preparación para la independencia y nos gobierna un triunvirato. No hay duda que se ocupan roles que institucionalmente pueden ser encuadrados en lo formal pero, en la práctica, podemos diferenciar sin mucho esfuerzo donde se encuentran aquellas: las responsabilidades y el poder. CFK tiene el poder de ese triunvirato, de eso no hay duda, como también que es la accionista mayoritaria de la coalición. Ahora bien, si nos remontamos a un pasado no muy lejano es posible que muy pocos hubieran podido sostener que la unión del agua con el aceite pudiera ser una realidad factible. 
Todo el mundo recuerda las expresiones que el actual presidente efectuaba sobre la propia persona de CFK, y sus actitudes al margen de la ley o en contra de la ley. Seguramente también aquellas pronunciadas por quien fuera Presidente de la Cámara de Diputados y actual Ministro de Economía. No obstante, para poder obtener el gobierno, mezclaron el agua con el aceite. Claro, de esa mezcla no podía salir una síntesis superadora y a las pruebas me remito. Así nos va. Pero lo interesante, no para nosotros que lo padecemos, pero sí seguramente para alguien que en el exterior pretenda hacer una tesis sobre el poder y sus responsabilidades, es observar los acontecimientos y la génesis de las determinaciones. Ya nadie duda que quien tiene el poder es CFK. Ella puso a un Presidente de la Nación, que antes de ser candidato dijo y repartió, para quien quería escucharlo, todos los epítetos posibles degradantes para cualquier persona. Ella puso a un Presidente de la Cámara de Diputados, una persona que antes de ser candidato sostenía la obligación ciudadana de avanzar hasta que la Justicia ordenara el encarcelamiento de quien fuera dos veces presidenta. 
La pregunta muy humana que se me ocurre es ¿Puede una persona, sin un arrepentimiento público y notorio de quienes esas cosas decían, ingresar en el olvido, perdonar y entregar tan altas investiduras, teniendo el poder? Y aquí está el análisis. Creo que no. Visto el fracaso del Presidente de la Nación y su inutilidad para frenar el accionar de la Justicia, con las consecuencias que ello traería para la jefa de la coalición, con seguridad pasará a la historia como uno de aquellos que más daño le hizo al país. La ruptura de su política económica con las necesidades de la gente, que no puede vivir con alta inflación, anuncia su desconsideración electoral. No obstante ello CFK entrega y da el visto bueno para sumar a un integrante de la coalición como Ministro de Economía, precisamente al Presidente de la Cámara de Diputados, quien renuncia a su banca y ya no puede retornar. Cuando todo hace predecir un fracaso ¿que pretende CFK? Jugada en su situación judicial y solo embanderada en lo que cree será una reiteración de la historia, donde el pueblo salva a su líder, es muy probable que pretenda destrozar a sus propios rivales aliados. ¿Será esto posible? ¿Podría alguien pensar en que los intereses de la gente y del país no importan? Es de esperar que no, que sólo «las varas» peguen en el aire y que podamos en libertad definir nuestro futuro en las próximas elecciones. Que surjan líderes que se despojen de sus intereses personales para solucionar los graves inconvenientes del conjunto. Que no sea el odio o la venganza los principios que regulen el cambio y sólo importe mirar hacia adelante, con la esperanza de un destino de grandeza, de justicia y de verdad.
 

 

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