Regionales

Día del Maestro

Por Ricardo Lagiard.

El criterio de nuestros gobernantes en el manejo de las variables económicas se refleja, en parte, en la forma en que se pagan los servicios de las distintas profesiones.

 

A menudo surge la excusa de que es el mercado el que determina el modo en que el dinero fluye en la sociedad, una falacia de muy débil sustento en nuestro país. La diferencia entre los ingresos de abogados, ingenieros, médicos, informáticos, judiciales, legislativos, plomeros, gasistas, pescadores, políticos y otros, y los ingresos de los docentes, ha sido, por largo tiempo, cuanto menos, injusta, pues la maestra (fueron mayoría mujeres por años) o el maestro por vocación, no solo dedica tiempo extra en su casa para preparar las clases sino que además entrega cuatro horas (a veces, ocho) de esfuerzo mental para que sus alumnos comprendan y fijen el conocimiento, y a menudo paga de su bolsillo el material que usa en el aula.

 

 

Pero esto no se valora. Ganan más ciertos cafeteros que una maestra con antigüedad. En 1963, durante el período del ministro Alsogaray, no se pagaron sueldos entre marzo y agosto y cuando se liquidaron, se entregaron bonos del Empréstito 9 de Julio en lugar de dinero. En Chubut, desde los días de Viglione, en los 1980, las aulas padecen, en silencio, los reclamos de los “profesionales” (son tan profesionales como los demás) de la educación que empeora con cada día que pasa, con cada huelga que nos atrasa como país. ¿Cuántos paros hemos visto en los últimos cuarenta ciclos lectivos?

 

 

En los años 1860, el vilipendiado presidente Sarmiento, se alegraba por la existencia de edificios destinados a escuelas, pues hasta entonces, se enseñaba en construcciones de circunstancia que poco o nada tenían de pedagógicas. La enseñanza, una función tan importante en la formación del ciudadano, ha estado en muchos casos y desde hace largo rato, en manos de otros profesionales (ingenieros, abogados, agrimensores, médicos, etc.) que poco saben de didáctica y que ejercen la docencia “de prestado”, para redondear el presupuesto. A menudo nuestros gobernantes se han ocupado mucho de la política pura, pero poco de lo que realmente necesitamos: comida, salud, justicia y –sobre todo- educación. Pilas de libros nos lo cuentan en detalle. Solo basta con leer un poco.

 

 

El 11 de septiembre es un día de recordación de la figura de Sarmiento, un maestro de alma que a pesar de sus imperfecciones, nos dejó una herencia digna de reflexión. Según sea la instrucción de los jóvenes, así será nuestro futuro como nación. Y esa responsabilidad no recae solo en políticos, maestros y padres; la sociedad toda participa directa o indirectamente en la formación de nuestros descendientes. Ese sayo nos cabe a todos, sin excepción. No olvidemos que esos párvulos algún día serán los funcionarios que firmarán nuestras leyes, los jueces que dictarán nuestras sentencias o los médicos que cuidarán de nuestras vidas.

 

¿Querés recibir notificaciones de alertas?