PATRICIO GARCIA, EXCOMBATIENTE DE MALVINAS

«Tengo el orgullo de haber defendido a la patria»

Por Mario «Sodita» Sardén: Sereno, con el recuerdo eterno y esa experiencia de la guerra que lo marcó para siempre, el excombatiente trelewense Patricio «Pato» García dialogó con EL CHUBUT sobre su participación en el conflicto bélico de las Islas Malvinas que, además, lo puso en la historia como uno de los primeros en estar presente en el suelo malvinense desde el 2 de abril de 1982.
 

por REDACCIÓN CHUBUT 02/04/2024 - 00.00.hs

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Con 18 años era un joven típico de la época que le tocó el Servicio Militar Obligatorio y lo tuvo que cumplir en el Regimiento de Infantería 25 de la localidad de Sarmiento.
El 1 de febrero de 1982 ingresó al Ejército y comentó que «estuvimos durante veinte días realizando prácticas, instrucciones de tiro que se hacía con balas de fogueo que por supuesto, fue muy distinto a lo que vivimos en las Malvinas en pleno conflicto» agregando que «en ese momento nosotros no teníamos idea de nada de lo que venía, no te informaban, todo era muy hermético».
El paso siguiente fue durante el 1 de abril «cuando nos trasladan a Comodoro y en el mismo aeropuerto nos desayunamos que éramos el grupo de Infantería que íbamos a recuperar las Islas Malvinas y que nos teníamos que preparar», destacando que «volamos hacia las Malvinas inmediatamente sin saber con qué panorama nos encontraríamos, éramos pibes de 18 años rumbo a lo desconocido y que teníamos la orden de sacar a los Royal Marines que eran parte de la fuerza británica de operaciones que se encontraban custodiando las Islas Malvinas».    Apuntó que en «las primeras horas de la mañana del 2 de abril, sería cerca de  las 8, cambian la orden y no pudimos bajar en el aeropuerto de Puerto Argentino que se llamó primero Puerto Rivero, porque los ingleses habían puesto chatarras y tambores debido a que su equipo de inteligencia les había informado que llegaríamos a ese sector» haciendo hincapié que «horas antes cambiaron la orden y entonces fue donde el Batallón de Infantería de Marina N ø1 con su patrulla de Comandos Anfibios al mando de Giachino ya habían desembarcado para la recuperación de la Gobernación».

 

PIE EN SUELO MALVINENSE
Luego de la recuperación de la Gobernación, García manifestó que «una vez que bajamos, con los Royal Marines rendidos procedimos a bajar la bandera inglesa en ese lugar y fue un momento emocionante donde nuestro jefe principal, que era Mohamed Seineldín hizo un discurso, una ceremonia muy sentida».
«El paso siguiente -relató García- fue la ida hacia Puerto Argentino con el peso sobre nuestras espaldas del equipo de 20 kilos, formábamos parte de la Compañía Comando y Comunicaciones que tuvieron que hacer toda la conexión de las viejas radios que eran a pila y a cuerda. Nos quedamos ahí porque todos decían que los ingleses lo primero que harían era tomar el aeropuerto, desembarcar ahí. Así que desde el 2 de abril hasta el final de la guerra estuvimos firmes en el aeropuerto».

 

ULTIMOS DIAS
Durante los últimos días del conflicto, los soldados argentinos sintieron el constante avance de los ingleses. «Primero los bombardeos nos ocasionaron miedo, pero con el correr de los días nos acostumbramos, era natural oír el continuo bombardeo, temblaba todo», expresó.
Sostuvo que «desde el 9 de junio hasta el día de la rendición el 14 de junio la noche era de día porque los ingleses desde los barcos bombardeaban desde la tardecita hasta la madrugada sin parar» acompañado además por lo hostil del clima «donde aparte de aguantar el bombardeo, todos esos días de junio nos bancamos la caída de granizo y nieve intensa, más el frío que te acobardaba teniendo en cuenta las altas temperaturas bajo cero, no teníamos pozo de zorro así que ya nos tirábamos al suelo y no importaba si caían las bombas, había un cansancio generalizado y que todo se terminara de una vez, que llegaran los ingleses y empezar a combatir frente a frente, la adrenalina nos contagiaba pese a que nuestros dedos tanto de las manos como de los pies estaban totalmente congelados».
Y fue en el mediodía del 14 de junio «cuando nos comunican que hay un cese de fuego y que los ingleses ya habían tomado casi todo el territorio, y después por la tarde se produjo la rendición», indicó.

 

TRISTEZA Y PAZ
García expresó que «si bien el final del conflicto era un deseo ya en los últimos días, sentimos mucha tristeza en el momento de la rendición, lloramos mucho, pero a su vez sentimos paz, saber además que lo antes posible íbamos a poder volver a ver a nuestras familias» contando que «durante la guerra en las pocas veces que nos llegaba una carta a cada uno, que escribía un padre o una madre, compartíamos lo escrito con todo el grupo del regimiento, la leíamos para todos y así fuimos conociendo de alguna manera a los familiares».

 

HAMBRE Y BRONCA 
Al preguntársele sobre la llegada de los víveres que se recaudaron para los soldados en el Festival de la Solidaridad Latinoamericana en el mes de mayo de 1982 en Capital Federal, señaló su indignación «cuando el día de la rendición, los ingleses abrieron los portones de algunos galpones y estaban repletos de esos víveres que a nosotros jamás nos habían llegado, en ese momento sentimos bronca, imagínate que en las dos últimas semanas ya no teníamos nada para comer dignamente».     
Para Patricio García el recuerdo sobre Seineldín «es el mejor, estuvo junto a nosotros de manera constante, compartía la misma comida que se podía y siempre defendió al soldado y nos enseñó. Siempre tendrá mi respeto».

 

LA VUELTA A CASA
Después de la rendición, el grupo que conformó García fueron trasladados a la ciudad de Puerto Madryn en el buque de transporte «Norland» donde llegaron el 21 de junio. 
Al respecto señaló que «después de arribar al puerto de Madryn, inmediatamente nos trasladaron a Comodoro Rivadavia donde «nos engordaron durante días y luego volvimos al Regimiento 25 en Sarmiento donde el recibimiento de la gente fue muy emotivo, espectacular el cariño que nos brindaron».
Su baja fue dada el 21 de agosto de 1982 y expresó que «nos hicieron firmar un papel donde figuraba que no teníamos que contar nada sobre lo que habíamos pasado en Malvinas».   
También recordó que el regreso «para muchos fue complicado, durante mucho tiempo fuimos considerados lo loquitos de la guerra, a algunos de nosotros no se le acercaba la gente», dijo.
La excepción fue la Cooperadora del Colegio Instituto María Auxiliadora de Trelew que «por el mes de septiembre de ese año nos hicieron una cena de bienvenida y que fui junto a mi madre, Haydée».  

 

UN LARGO SILENCIO
El excombatiente de Malvinas reconoció que «durante 23 años no quise hablar nada sobre lo que pasé en la guerra, fui superando todo junto a la familia y me animé en una invitación a dar una charla a chicos en un acto en Dolavon» sosteniendo que su cable a tierra «fue también el correr en motos y en el automovilismo, que muchos me conocen de ese ámbito».

 

ENSEÑANZAS 
En cuanto a lo vivido en el conflicto bélico, aseguró que «lo de Malvinas me dejó enseñanzas claras, el orgullo de haber defendido a la patria, que lo material no es lo más importante, que el valor de la familia es lo principal».
No dudó en afirmar que «si mi país tuviera otra circunstancia bélica, la mayoría de los veteranos estaríamos dispuestos a volver a defender a la patria» y puso en alto el sentimiento nacional al afirmar que «las Islas Malvinas son argentinas, no lo tenemos que olvidar jamás».

 

LA FELICIDAD
A sus 60 años, el «Pato» García disfruta del encuentro familiar «donde el asado nos reúne» destacando al «amor y eterna compañera de mi vida, María» sin dejar de lado el cariño de sus hijos Pablo, Fabián y Daiana. A eso le suma «el ejemplo de vida que es mi madre que pronto cumplirá 88 años» y su debilidad: «mis nietos Martín, María Julia y Patricio».

 

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