Memoria del pago chico: el Hiper de los abuelos
Te transportamos a la Trelew de antaño a través de los recuerdos de Josefina Fernández de Fernández. Descubrí la importancia de La Anónima en la vida de los viejos pobladores, el encanto de las calles de tierra y las tiendas locales, y cómo el saludo entre vecinos era una tradición en este pueblo. Además, conocé el Hotel donde se hospedaron presidentes y otras personalidades notables que visitaron Trelew. Un paseo nostálgico por una ciudad que ha cambiado con el tiempo, pero cuyos recuerdos perduran.
por REDACCIÓN CHUBUT 02/10/2023 - 08.51.hs
(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).
Desde que en 1908 las empresas de Braun y Menéndez formaron La Anónima, que incluso llegó a tener flota naviera y muelle propio en Chile; el viejo almacén de “ramos generales” donde se compraba desde un trozo de tela hasta harina, o un ancla de barco; formó parte ineludible de la vida de los viejos pobladores. En Trelew, La Anónima formó casi desde siempre parte de la vida de la gente.
Inauguraron antes de 1910, después en 1925 se quemó, pasaron al salón San David, y en 1935 inauguraron el local de la calle 25 de mayo. Lo que sigue, son algunos recuerdos de Josefina Fernández de Fernández, que llegó a Trelew en 1949, y cómo veía el comercio de entonces.
“Yo estoy en Trelew desde el año 1949. Trelew no era el Trelew que es hoy, era mucho más chico. Dos o tres pasos en la avenida Fontana y se terminaba. Pero era todo lindo, tenía buena Municipalidad, había aerolíneas, había una linda plaza, que todavía existe, así que era un pueblo muy acogedor”.
“Las calles eran de tierra. La avenida Fontana por ejemplo, era a dos manos, en el medio había bulevares con muchos árboles.”
“Las casas eran en su mayoría como las que hay ahora. Por ejemplo, en frente nuestro estaba Margara, que tenía una farmacia que era muy renombrada. Margara era toda una institución. También había una mercante, 'La Rosada, le llamaban, una gran tienda. Acá nomás al lado nuestro, había una casa de un alemán. Allí se conseguía cristalería, cosas ya que en Buenos Aires no se veían, porque era todo traído de Alemania”.
“Los negocios estaban diseminados. El Mercantil estaba en la esquina de Lewis Jones y Fontana. La Anónima era como una especie de supermercado... Tenía de todo, pero tenías que ir y el empleado te despachaba la mercadería a vos, no podías ir a elegir, y decir me llevo esta remera, me llevo este frasco de aceitunas. No, tenías que ir al empleado y decirle qué aceitunas, quiero tantos metros de esa tela. El encargado de la tienda te hacía la boleta en el almacén. Todo se vendía en bolsas de papel madera. Nadie tocaba la mercadería".
El saludito
“La gente de acá no era como en toda ciudad grande, más esparcida, más desconocida. Como todo era chico, todo el mundo era muy acogedor, porque todos nos conocíamos. Por lo regular todos se saludaban, como en cualquier pueblo chico. La verdad es que no había tantas familias”.
Mi recuerdo preferido. El hotel donde venían los presidentes (hotel Touring)
“Cuando nosotros vinimos acá, lo hicimos juntos. Mi esposo, mi cuñado, la señora de mi cuñado y una hija de 15 años. Vinimos solos, nosotros le compramos la llave al señor García. Y luego de muchos años compramos la propiedad. Pero cuando nosotros vinimos el negocio estaba explotado como hotel, como está ahora. Y nosotros continuamos, hace ya cincuenta y tantos años. Como era el hotel más grande que había en el sur, recuerdo mucho cuando venían los presidentes, cuando vino Frondizi, cuando vino Balbín, cuando vino el corredor de autos Fangio, cuando vinieron muchos sindicalistas... esos son recuerdos que siempre fueron quedando, porque siempre se alojaron acá...
Los lindos recuerdos los tengo en Trelew. Aquí yo viví muchos años, aquí nacieron los hijos, acá están los nietos, acá falleció mi marido también. Son recuerdos lindos, recuerdos que hay que pasar, los buenos y los malos. Son años que nos pasan. Todo va cambiando, el modo de vivir, el modo de estar, el modo de vestir. Todo cambia, con el correr de los años. Y más ahora que se va a una velocidad imparable”.
TESTIMONIO. Josefina Fernández de Fernández
Últimas noticias
Más Noticias