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Década del 50: cuando el tiempo alcanzaba para todo

“Tengo el orgullo de haber nacido y vivido en el mismo barrio durante 62 años, sobre la calle Inmigrantes entre Pellegrini y AP Bell. Las casas que habité fueron realizadas por las manos y el sacrificio de mi padre, y el apoyo constante de mi mamá. Papá se llamaba Irineo. Había nacido en Udine, Italia; en el año 1910. Llegó a Trelew en 1927. Trabajó en lo que se podía. Y aprendió el oficio de albañil de la mano de los señores Albano y Merífico, según me contaba”.

 

por REDACCIÓN CHUBUT 20/10/2023 - 10.02.hs

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En lo más alto. Irineo Toneatti colocando el cartel de Casa Neuman. En ese edificio funcionaron alguna vez el Banco Provincia y el IDES.

 

(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).

 

Testimonio: Alida Toneatti

 

“Concurrí a la Escuela Número 5 en su actual emplazamiento. En aquella época funcionaban también la Escuela 122, la 123, el Colegio María Auxiliadora y el Santo Domingo. A la salida algunos varones se desafiaban a pelear. El lugar elegido para ello era el Tanque Rojo, ubicado en Mitre y Panamá (hoy Inmigrantes), a orillas de la zanja. Todos bajábamos a presenciar la contienda. El tanque al que hago referencia era utilizado para cargar el camión regador que mantenía asentadas las calles de tierra”.

 

La zanja

 

“Siento nostalgia cuando me refiero a la zanja. Los árboles existentes en sus orillas embellecían el lugar. Los de mi cuadra habían sido plantados por mi padre y Don Claudio Yangüela, un vecino, que era dueño de la Alpargatería “El Día”, fundada en 1929 y ubicada sobre la calle 25 de Mayo, donde actualmente está el Banco de la Provincia del Chubut. Allí confeccionaban las alpargatas con suela de goma. ¿Quién no recuerda la gran alpargata blanca al frente de ese negocio?”

 

El trato de los vecinos

 

“Sobre la actual calle Inmigrantes éramos muy pocos. Las últimas casas se dispersaban en la calle Paraguay. Donde yo resido actualmente había una casa de inquilinato. Del resto de la cuadra recuerdo el nombre de las familias Monge, Barroso, Beraza. En las noches de verano sobre la calle Julio A. Roca nos juntábamos los chicos del barrio a jugar, mientras los mayores conversaban. Había mucha camaradería. ¿Algunos nombres? La familia Wittenberg, que quise muchísimo. Sobre la misma vereda la familia Yangüela, Albani. Frente a ellos la familia Giradles, Elgorriaga, López. En la cuadra siguiente Mohuana, Mac Karthy, García. Perdón si me olvido de algunos nombres”.

 

“Cuando los grandes conversaban, nosotros jugábamos en la calle porque no había nada de tráfico. Jugábamos a la paleta, también hacíamos las travesuras del ‘ring raje’, a las escondidas, hacíamos los juegos típicos de los chicos de la época. Correteábamos en la noche fresca de verano”.

 

La escuela 5

 

“De la Escuela N.º 5 tengo el mejor de los recuerdos. Tuve unos ‘maestros’ con mayúscula.  Desde el jardín de infantes, que fue la señora de Amaya. En primer grado tuve a la señora de Arancibia, en primero superior a la señora de Barroso, en segundo grado a la señora de Cerra, en tercero al señor Margara -que con sus exigencias fue realmente muy positivo- en cuarto a la señora de Greloni, en quinto grado al señor Belsunce, (con sus reglas ortográficas salimos sin errores), y en sexto la señora de Yebeli. Y luego una maestra suplente, la señorita Michef”.

 

“Siempre bajo la dirección del señor Julio Arancibia, al que respetábamos muchísimo.  Había mucho orden, mucha disciplina, no se faltaban a los actos, era un orgullo”.

 

“Los actos de la escuela eran en el interior, en lo que es ahora el patio interno, esa galería grande.  Ahí se hacían los versitos, los actos chiquitos, las palabras alusivas, esperábamos la llegada de los padrinos que venían y nos repartían caramelos”.

 

“Y como yo era abanderada, me tocaba ir a todos los actos que se hacían en la plaza.  Los de San Martín se hacían a las tres de la tarde, nos juntábamos en la Municipalidad.  Y los desfiles también, todos iban a presenciarlos para ver a sus hijos desfilando.  Había mucho respeto por las fiestas patrias”.

 

Las casas y el recuerdo del padre

 

“Mi papá siempre contaba que aprendió el oficio de albañil al lado del señor Albano, y de Merífico.  Fue en la época en que el Banco Hipotecario daba créditos, y mucha gente construyó. Así es que hay muchas casas hechas por él.  Siempre ponía una parra y después iba a podar gratuitamente todos los años.  Las casitas del ferrocarril que están donde está el Automóvil Club, la Caja de Ahorro, fueron hechas por mi papá”.

 

“La estación de servicio de Don Pedro Corradi, que era la Shell, la construyó mi papá; la casa de Don Pedro Corradi también.  Yo siempre viví en casas hechas por mi papá, porque era muy trabajador, todos lo querían”.

 

“Siempre lo destacó su generosidad, su bondad.  En mi casa había una quinta, y cuando vinieron los italianos a trabajar en la Base, venían a buscar sus verduras. Papá los ayudaba también en el idioma, porque a mi casa vinieron muchas de esas familias. Fue muy querido, todos lo recuerdan, pero era muy conversador también.  Era muy responsable en su trabajo, en esa época era todo de palabra, eso valía mucho”.

 

Las comuniones. 8 de diciembre de 1954, Año Mariano Universal. Entre otras, en la foto están Techi Viñas; Martha Gutiérrez; Mirta Withenberg; Alida Toneatti; Marta Pazos; Marta Thomas; Mechi Stenti; Graciela Vilches; Pirucha Durán; Pirucha Miguel; Marta Ventura; Marta Rebaudo; Lidia Carrasco; Ingrabalo  y Elgorriaga, entre otras.

 

Cómo era la vida

 

“El Trelew de antes era el de las puertas sin llave, no había cercos, no había rejas.  Terminaba prácticamente acá donde yo vivo, un poquito más abajo.  Nos conocíamos todos, había mucho respeto”.  “Había muy poquitas casas de autos.  Podías dejar la puerta abierta que era lo principal”. “A la casa venían el carnicero, el lechero, el sodero, pero también venía el cobrador de la luz, y a partir de 1952 el cobrador de gas.  Había un señor también que levantaba los pedidos, y después te traían el reparto de La Anónima.  Las mamás tenían tiempo de coser y de hacer todas las cosas... por eso se usaba tanto visitarse, porque el tiempo alcanzaba”.

 

“Estaban La Anónima, Casa Ayuso. En el barrio había comercios muy chiquitos... Ibas sólo cuando te faltaba algo.  Después me acuerdo de la panadería de Cominetti en AP Bell y 28 de Julio, donde íbamos siempre a comprar el pan. Y de las librerías cuando íbamos a la escuela, Casa Ojeda, Casa Torrejón, la librería Baldor, que estaba en la 25 de Mayo frente al Banco Nación.  Después estaba la señora de Macías en la esquina de San Martín y AP Bell”.

 

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