ECONOMIA

Criptomonedas, la opción que desafía al mundo de los bancos

El concepto de criptomoneda tiene su origen a fines de los noventa por el ingeniero informático Wei Dai, que diseñó un software de código abierto que conectaba computadoras y dio origen al nacimiento del Bitcoin, que tras un vertiginoso crecimiento en su cotización esta semana se desplomaba por la decisión de China de prohibir su comercialización por considerarla una operatoria especulativa.

por REDACCIÓN CHUBUT 21/05/2021 - 23.12.hs

En el mundo de la criptodivisa no existe la moneda metal ni el billete físico, y todo queda circunscripto a un protocolo virtual a través de una red procesada por algoritmos que se reparte de manera aleatoria.

Entre enero y marzo de 2010 el valor del Bitcoin era irrelevante en virtud que operaba únicamente entre adictos a la criptografía que lo tomaban como un pasatiempo.

Recién a principios del 2010, el Bitcoin mostró su faceta más real a través del sitio bitcoinmarket.com, y a mediados de año se realizó la primera transacción cuando el programador Laszlo Hanyecz compró dos pizzas en un comercio de Florida, Estados Unidos.

La decisión de Hanyecz resultó el puntapié inicial para que en el corto plazo el valor del bitcoin subiera 1.000%, pasando de US$ 0,008 a US$ 0,08 por unidad, para seis meses después alcanzar la paridad con el dólar.

Desde entonces el valor del bitcoin mostró una tendencia alcista y desde julio del año pasado saltó de US$ 10.000 a los US$ 65.000 de la semana pasada.

Esta abrupta suba, en principio, tuvo dos lecturas: la sobreabundancia de dólares emitidos a raíz de la pandemia, y la necesidad de eludir los controles cada más severos que recaen en los inversores off-shore, que apuestan al bitcoin como una nueva forma de evasión tributaria.

Pero no todas son flores para quienes apuestan a las criptomonedas: las críticas por el gasto excesivo de energía que requiere la red bitcoin forma parte de grandes debates de especialistas internacionales.

A medida que se realizan, las transacciones se integran en bloques, especie de “cajas” que contienen transacciones. Cada 10 minutos, un bloque se “cierra” y sale a la red. El bloque, además de las transacciones, tiene una marca temporal, un código que lo vincula con el anterior, y un código propio que lo vinculará al siguiente, creándose así una cadena.

De ahí que la base de datos sea una cadena de bloques. Para integrarse el nuevo bloque requiere ser verificado a través de computadoras conectadas a la red de la criptomoneda.

A principios de 2017, Bitcoin utilizaba 6,6 teravatios/hora de energía al año. En octubre de 2020, esa cifra ascendía a 67 teravatios/hora. Ahora, unos meses más tarde, casi se ha duplicado hasta alcanzar los 121 teravatios/hora, según los investigadores de Cambridge, suficiente para hacer funcionar toda la universidad durante casi 700 años.

Según estos mismos cálculos, si el Bitcoin fuera un país, solo otros 30 países utilizarían más electricidad. Superaría las necesidades anuales de energía de los Emiratos Árabes Unidos, los Países Bajos, Filipinas, Bélgica, Austria o Israel.

Pero el golpe más duro lo recibió con la decisión de China de prohibir su comercialización por considerarla una actividad especulativa, por lo que su cotización se desplomó a valores por debajo de los US$ 35.000.

 

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