Puerto Madryn

Detrás de las palabras

ID-ENTIDADES. El verano invita a leer, a sumergirse en las páginas de algún libro y dejarse atrapar en su oleaje. Buscando algo, de pronto, tropecé con «Las malas» de Camila Sosa Villada.

Me llamó la atención desde el título, alguna magia hizo contacto con mi imaginario y pronto estaba sumergida en ese mundo-submundo de las travestis. La lectura me fue desgarrando a medida que pasaba las hojas y me detenía en esos hombres devenidos mujeres a costa de tanto dolor y maltrato para sostener sus sueños, sueños nacidos del centro mismo de su hogar.
 Hermandad mal mirada, haciendo nido donde podían por el rechazo frecuente de quienes más querían. Tan fácilmente juzgadas… Sus vidas han transitado un largo rosario de penurias; sus cuerpos, territorio fértil de batallas sin fin, ocultando, tapando, quitando, poniendo, mutilando para resignificar en procura de una transición siempre cruenta.  En la mira del des-precio, acaso flores silvestres creciendo a los lados del camino y habitando el silencio de las oscuridades para protegerse de tanto desamparo y persecución.
Indudablemente la tarea más ardua a la que hemos asistido en nuestra vida, ha sido ese momento en que hemos irrumpido en este mundo en el acto de nacer, de llegar a un lugar incomprensible en el que necesariamente teníamos que ser asistidos, acompañados, y allí se fue generando esa matriz emocional, acaso la prehistoria de este andamiaje que hemos ido construyendo y que fuera formateando nuestra id-entidad.
Marca registrada,   rasgos propios que hablan de una manera peculiar de ser y estar, de habitarnos y mostrarnos. Compleja tarea la construcción de este edificio, levantado en función de lo que nuestros ojos ven y perciben en la mirada de los otros. La aceptación o el desprecio será una manera de poner en valor esto que irá constituyéndonos, porque como seres- que- somos- en- relación, será a partir de este vínculo que podremos entrar en el mundo y en la vida sin pedir permisos sino con la naturalidad de quien se sabe con derecho a sus propias elecciones.  
Si es arduo asirse al propio valor y a la imagen que uno tiene sobre sí mismo, cuánto más escabroso es el camino de quienes sienten que su ser biológico no se condice con la percepción subjetiva que tienen de sí mismos. Todo esto en el marco de una cultura que ha hecho del rechazo y el desprecio la forma de manifestarse hacia quienes buscan cánones diferentes a los pre-establecidos.
«Serás lo que debas ser o si no, no serás nada»… nos había dejado como legado el Padre de la Patria, el gran Libertador, mensaje sublimado y repetido horadando las conciencias…
La gran encrucijada entre el deseo de ser, haciendo caso al propio deseo, o volverse desconocido para sí mismo por responder al deseo de otros. Encerrona trágica la de esta tarea de reinventarse en guiones ajenos al de su propia voz. 
Si cambiamos el foco de la mirada y lo centramos en los que miramos… ¿qué pasa en y con nosotros? ¿Qué hilos se mueven de la propia estructura? ¿Cómo manejarnos frente a las diferencias? La intolerancia suele ser el camino más corto y fácil frente a todo aquello que sacude las seguridades…y la burla el atajo que se esgrime para no ver las propias miserias… apelando a la risa como forma de escape de esa gran discapacidad de «los normales»… los que pudieron (¿?) asirse de alguna manera a   las normas de la cultura patriarcal.
Y aquí estamos todos, haciendo cada día, intentando rumbos, acaso peregrinos de una multiplicidad inabarcable que nos cuesta descifrar sin darnos cuenta que «Lo mejor de este mundo es la cantidad de mundos que contiene»… diversos, contradictorios, disonantes, tal vez cuando podamos percibir la cercana distancia entre el sentido y lo sentido, podamos descubrir que el horizonte se abre en gajos y despliega cara y cruz de un universo que escapa al alcance y control de nuestras manos…
 

 

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