Comodoro Rivadavia y la emocionante gesta de Malvinas
La vida cambió de repente para los habitantes de Comodoro Rivadavia aquella madrugada del 2 de abril de 1982. Sede de la IX Brigada Aérea, y con dependencias de la Brigada Mecanizada IX1044, la ciudad se convirtió en parte del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur y protagonista destacada de la Guerra de Malvinas.
por REDACCIÓN CHUBUT 02/04/2022 - 14.27.hs
El aeropuerto se transformó en un centro logístico y se suspendieron casi todos los vuelos comerciales. El Comando del V Cuerpo del Ejército trasladó sus oficinas de Bahía Blanca a Comodoro Rivadavia, y desde allí embarcó tropas y pertrechos en los C-130 y los Fokker F-28 de la Fuerza Aérea con destino a las islas.
El movimiento militar en la ciudad era constante, y cambió la rutina de sus moradores. Defensa Civil aconsejaba a las amas de casa «no abarrotarse de medicamentos y comestibles, ante lo improbable de un ataque al continente». En las escuelas, por su parte, se retomaron los simulacros de protección y evacuación realizados en 1978 cuando estuvimos muy cerca del conflicto armado con Chile. Hasta en los jardines de infantes se instruía a modo de juego cómo protegerse de un posible bombardeo.
Soy nacido en el año 1961 y por muy poco no me tocó participar de la guerra de Malvinas. A inicios de junio de 1982, en pleno conflicto bélico recibí una notificación del Estado Mayor de la Armada. La misiva ordenaba no alejarme a más de 40 kilómetros de casa porque como reservista, podría ser convocado en cualquier momento. La misma nota recibió Pablo, mi hermano mayor clase 1960 que, por haber pedido prórroga, había hecho el servicio militar conmigo, y también en la Marina. Por su parte, Martín, el tercero de los hermanos, de 1963, estaba por entonces cumpliendo su servicio militar en la Prefectura Naval Argentina, pero no había sido movilizado a la zona de combates.
Con las dos cartas en mano fue mi madre al Edificio Libertad, donde se ubica la jefatura de la Armada y allí pudo hablar con un oficial de guardia.
– Ya tengo un hijo bajo bandera ¿es cierto que además pueden mandar a otros dos más a la guerra?
– Siéntase honrada de poder entregar tres hijos para la defensa de la patria. le contestó el oficial.
El conflicto armado culminó a los pocos días, pero de extenderse un par de semanas más, seguramente hubiese sido de la partida.
En noviembre de 2014, viajé a las islas y tuve la fortuna de unirlas a nado por el Estrecho de San Carlos en poco más de dos horas y con el agua a dos grados de temperatura. Esta experiencia, fue relatada en mi libro «Malvinas entre brazadas y memorias».
Al lugar elegido para el cruce a nado se lo conoce como «el corredor de las bombas». Allí desembarcaron las tropas británicas en 1982 en medio de un escenario de sangre y fuego.
La experiencia demostró en mi caso que la natación fue solo un vehículo que posibilitó conocer de cerca y amar aún más la gesta de Malvinas y a cada uno de los héroes que entregaron sus vidas a la patria.
Todavía me sucede despertar por las noches y preguntarme si realmente lo vivido fue real o un sueño.
Pisar ese suelo bendito, caminar los mismos senderos y acariciar los mismos mares que nuestros héroes, o ser encargado de depositar un rosario especialmente enviado por el Papa Francisco en una de las cruces del cementerio argentino, son sólo pequeños ejemplos de la privilegiada experiencia que me tocó vivir.
El término patria es originario del latín «patr-a» y alude al país de origen o lugar donde se encuentran las raíces de un individuo. En Malvinas aprendí que es mucho más que eso. Es el lugar en el que flamea otra bandera, pero donde la celeste y blanca está más presente que nunca. Es donde un par de islas te iluminan el corazón y son capaces de hacerte temblar el alma de emoción.
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