Sociedad

El comienzo de las clases, la familia, el colegio y el niño

El comienzo del mes de marzo, viene acompañado de múltiples cambios tanto para los niños como para la familia en general. El inicio de la rutina supone un cúmulo de acciones y emociones que de alguna manera impactan en todo el grupo familiar, donde se imponen, cambios de horarios, hábitos adquiridos durante el receso, que implican una organización a partir de la demanda impuesta por la agenda escolar, adaptada a las obligaciones del resto de la familia.
Si bien es una experiencia enriquecedora, en esta etapa donde aparecen nuevos maestros, amigos e incluso el reencuentro con los compañeros del año anterior.
Generalmente, está llena de ansiedad y estrés. Donde la capacidad de adaptación juega un papel importante, que se debe validar y acompañar desde los adultos.

 

Ordenar y corregir hábitos de manera anticipada es una buena forma de preparación.


De esta manera, se puede realizar de forma pausada, generando menos impacto con la vuelta a la rutina. “Cargar de a poco la mochila” bajar la ansiedad, escuchar y compartir experiencias puede ayudar, validando este proceso y acompañando para mejorar la conexión entre el colegio y la familia.
En este punto también es importante tener en cuenta a aquellos niños con capacidades diferentes, que además de todo lo hablado anteriormente, tienen en su “mochila” una carga que complejiza un poco más este momento. La integración escolar debe ser enriquecedora para todos, aprendiendo de las diferencias, que van a formar parte de la convivencia. Este no puede ser un trabajo en solitario desde la escuela, es imprescindible el acompañamiento de las familias.

 

Poder cambiar el concepto de grupo homogéneo capitalizando las diferencias, siempre favorece el trato cotidiano.


Es importante modificar algunos paradigmas, instalados y aceptados como válidos durante años, que incluyen el hacer pagar el "derecho de piso" al niño nuevo a diferente.
Esto solo se puede lograr generando espacios donde quede claro, que estas actitudes están muy lejos de ser algo elogiable o gracioso. 
La diferencia de estos pequeños cambios, lo deberíamos ver reflejados en tantos hechos cotidianos, que reclamamos como sociedad, simplemente poder ser empáticos.
Si logramos de a pequeños pasos este cometido, seguramente veremos jóvenes que puedan ayudar a un adulto mayor, a personas con capacidades diferentes y aunque parezca utópico, el punto de partida es aquí y ahora.

 

Gonzalo Quispe es psicólogo, acompañante terapéutico infantil, especializado en psicosis, autismo y parálisis cerebral infantil. Actualmente retirado de la actividad.

 

 

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