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Recuerdo de un pupilo: Padre Juan

Descubrí la conmovedora historia del Padre Juan Cabiale, un hombre de fe y santidad que dejó una huella imborrable en la vida de quienes lo conocieron en Trelew. Desde sus días como párroco hasta los testimonios de aquellos que lo tuvieron como maestro y amigo. Una historia que perdura en el tiempo y nos muestra el impacto de la bondad y la devoción en la vida de una comunidad.

por REDACCIÓN CHUBUT 04/10/2023 - 13.58.hs

(Serie de publicaciones en el marco del 137º aniversario de la ciudad de Trelew. Historias extraídas del suplemento especial del Diario EL CHUBUT "Trelew 120 años" publicado en el 2006 y reeditado en el 2016).

 

TESTIMONIO. Hugo Antonio Albaini.

 

"...En agosto de 1916 se inauguró el Templo Parroquial y el Padre Juan fue su primer Párroco, tenía 48 años". "Cristino Carrera se estableció con un taller mecánico en Mitre y Sáenz Peña y a la vez era chofer de un coche Ford T habilitado para taxi, de una flota de cinco de Don Pedro Corradi. Una vez por semana hacía el recorrido por huellas de tierra hasta San Antonio, y en muchas oportunidades trasladó al Padre Juan hasta Puerto Lobos, donde también celebraba misas".

 

"Tenía virtudes especiales y no podía disimular ese Don de Santidad que irradiaba su presencia. En marzo del año 1944, junto con varios chicos de Madryn, entre los que se encontraba mi amigo Cacho Nuño, ingresé como pupilo en el Colegio Santo Domingo de Trelew. Y fue el Padre Juan mi primer maestro y el que, como confesor, me perdonó mis primeros pecaditos.

 

Al año siguiente, junto con un contingente de alumnos de Madryn, seguí estudiando en el Colegio Salesiano de Rawson, y los jueves venía el Padre Juan que actuaba como confesor". “Casi todos nos confesábamos con él para no ‘deschavarnos' con los curas del colegio, y porque además era clemente con las penitencias".

 

“En 1951 terminé la primaria e ingresé en el Colegio Nacional de Trelew a cursar 1er año, así volví al colegio Santo Domingo en calidad de pensionista". "Te cuento estos detalles para que te des una idea de cuánto lo traté, no cualquiera tiene un maestro y amigo Santo".

 

"Pero te sigo contando: el Padre Juan Caviale, asesinado hace unos años por un menor en Buenos Aires, era el director del Colegio y me asignó como lugar de estudio la biblioteca eclesiástica, que era un sitio cómodo pero sin calefacción. Al lado estaba la habitación del Padre Juan, que tenía una estufa a kerosén con mecha de amianto, así es que una vez izada la bandera, iba a su pieza, encendía la estufa y me quedaba a estudiar ahí mientras él, sentado en la cama, rezaba constantemente el rosario".

 

El padre Juan Muzio

 

“Tenía 83 años y todos los que lo conocían hablaban de su santidad". “Casi siempre estaba resfriado y una gota de secreción colgaba de su nariz, que quitaba con su pañuelo, pero al rato aparecía de nuevo. A las nueve y treinta me pedía que lo acompañara a la iglesia y le ayudara en la misa. En la consagración se extasiaba y yo tosía para que saliera de ese trance".

 

“En la iglesia estábamos los dos solos, la misa duraba una hora y media y era en latín. Yo había leído la vida de varios Santos y el Padre Juan no tenía nada que envidiar a ninguno. Se me puso en la cabeza que algún día iba a estar en los altares como Santo Chubutense y quise tener una reliquia suya, así que esa mañana durante la consagración, yo estaba arrodillado atrás de él, me doy vuelta y no había nadie, entonces tomé una pequeña tijera del bolsillo de mi chaqueta y le corté un trozo de sotana del lado del dobladillo, de unos cuatro centímetros de lado para tenerla de reliquia. Después de un tiempo y para conservar la tela, la puse en un libro y chau reliquia, pero no importa, la llevo en el corazón".

 

"Hace pocos días tenía que hacer tiempo en Trelew y salí a dar una vuelta a la manzana. Al doblar me encontré con el ex colegio y algo me atrajo. Después de 53 años volví a entrar. Fue declarado monumento histórico y ahí funcionan Caritas y la oficina parroquial. La señora que atiende la oficina me dijo que los restos del Padre Juan Muzio estaban en la Iglesia y allí fui".

 

“En el ala derecha del Templo hay una capilla y a la entrada hay una urna de mármol que guarda sus restos. No sé cuánto tiempo me quedé, se que le pedí perdón por lo de la sotana".

 

“El 10 de octubre de 1964, a los 96 años, entró al reino que no tiene fin".

 

 

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