Fin de Semana

Saint - Exupéry, la mirada sureña

Por  Virginia Hughes

por REDACCIÓN CHUBUT 02/07/2021 - 22.50.hs

Inmersos en la realidad social por la pandemia, en este contexto de “habitualidades trastocadas”, por alguna razón fue el momento de conocer más sobre la vida y obra de  Antoine Saint - Exupéry, a quien como la mayoría  conocíamos  solo por ser el autor de  “El Principito”.

 

 

Avanzaba el año, se iban analizando las distintas obras en conversaciones  virtuales,  por Zoom,  que junto al Instagram y Facebook  nos permitían desde distintas escalas compartir pareceres, escenarios, cultura y especialmente el legado exuperiano.

 

 

Saint - Exupéry, escritor en soledad, “sin necesidad de escritorio” en espacios en que la geografía lo inspiraba y el momento lo permitía, dejó un legado literario, filosófico e histórico, también geográfico dado que sus descripciones desde los escenarios son vastos,  sus análisis desde el avión reconstruyen paisajes inigualables de los territorios sobre volados.

 

 

Fue escritor, aviador, hijo, hermano, esposo, un camarada que debemos conocer y difundir. Y así como el Covid,  después de  leer, analizar las obras, su vida  “no vamos a ser ni hacer lo que hicimos antes”.

 

En momentos de incertidumbre, de individualismo, de localismos,  del “sálvese quien puede”, de aislamiento social, conocer, difundir la obra de Antoine Saint-Exupéry puede modificarlo, si se hace en forma paralela en distintos escenarios podría ser como iluminar,  como las estrellas en la oscura noche, como los faros que guían al navegante y al aviador. “La grandeza de un oficio consiste, tal vez, ante todo, en unir a los hombres; no hay más un lujo verdadero: el de las relaciones humanas”, “solo hay que pedir  a cada uno, lo que puede dar“, “hay que buscar con el corazón”.

 

 

Aventurarnos en la lectura, en el análisis, de difundir su obra y sus valores, sus mensajes, especialmente en los más jóvenes.

 

 

Qué nos deja la obra y vida de Antoine Saint - Exupéry, el deseo de conocer más, de avanzar en su obra, en su vida. Conocer espacios descriptos desde el aire, así como la colega peruana nos deleitaba con su descripción del Sahara. Abordar sus obras exige aventurarse en una producción multifacética, que genera saber sobre distintas disciplinas que se abordan en un solo párrafo. Que a su vez, exigen la lectura entre renglones, visualizar aquello que no está dicho pero si se hace una re lectura en contexto aparece, a veces como llamando la atención, diciendo en palabras lo que no se puede, en clave.

 

 

En sus obras se destacan los diálogos, los momentos de tensión, de disfrute, de reflexión tanto como de una absoluta soledad “trayecto en automóvil desde el aeropuerto hasta la estación; rostros cerrados, endurecidos, frente al suyo; manos que llevaban grabado el destino, que descansaban chatas, pesadas, sobre las rodillas…”  y temor en momentos de turbulencia o rodeados de aviones enemigos.

 

 

Abundan las descripciones geográficas, el detalle en cada uno de sus sitios para ubicarse desde la altura.  El respeto por la amistad “¡Qué simple son los acontecimientos esenciales!”  referencia al encuentro, “una gran ocasión” con su amigo a orillas del Saona. Por el trabajo, la responsabilidad ante la obligación de llegar, de concluir la tarea sea entregar el correo como el informe de vuelo.

 

 

Su vida y especialmente como responsable de la Aeroposta en Argentina permitió que estuviera en nuestro país como piloto civil, que organizará las rutas del correo llegando así a  Chubut, entre otras, a Trelew y Comodoro Rivadavia.

 

 

Es importante compartir que en Trelew se hospedó en el histórico y famoso “Touring Club”.   Sitio en que se encuentran registros fotográficos, de periódicos y hasta una placa en su hall de entrada como testimonio de ello.  Habrá también disfrutado de algunas de las habitaciones, seguro uno de las más altas para observar en la oscuridad el cielo, su bar, su comedor, escalinata. Habrá oído la puerta de dos hojas con un susurro inconfundible cuando abre y cierra,  observado aquel parroquiano en la esquina hojeando un diario, mientras el mozo sin preguntar le sirve su habitual desayuno –ahí no  era ni es  necesario ordenar el pedido- si se es habitué. 

 

 

En otras, los vecinos, amigos que se encuentran antes de ir a sus trabajos, los que diariamente dialogan sobre el aquí y ahora por unos minutos. Los  de las otras mesas, que en soledad revisan su agenda y salen por sus ventas, por las obligaciones que  los trajeron a Trelew, a este escenario de la Escala.

 

 

Ese hotel, que por su lugar, por su arquitectura era escenario del encuentro,  hoy testigo de la historia, de la palabra, del diálogo como forma de arreglar situaciones, de mantener la amistad, de cerrar un buen negocio como también un buen final de un libro.  

 

 

Como cierre es importante hacer un balance del trabajo, de los aprendizajes, de los encuentros, destacando que fue un tiempo para valorar, que nos deja al igual que el Covid, sus huellas, que  trajo nuevas formas de encuentro, interesantes frases,  opiniones para registrar. Que se van sosteniendo escalas.

 

 

Nada es como antes después de leer a Antoine Saint - Exupéry. Pero nada será como hoy si continuamos con la difusión de su vida y obra, por un mundo mejor…

 

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