"Voces de Chernóbil", de Svetlana Alexievich: los testimonios estremecedor

El accidente de Chernóbil ocurrió el 26 de abril de 1986. Ese día, durante una prueba de seguridad en el reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbil, ubicada en lo que entonces era la Unión Soviética (hoy Ucrania), se produjo una explosión seguida de un incendio que liberó grandes cantidades de material radiactivo a la atmósfera. Es considerado el peor desastre nuclear de la historia.

Svletana Alexievich, nació en ucrania, vivió en Bielorrusia y finalmente se radicó en Alemania por problemas políticos. Si bien sus libros son independientes entre sí, forman en conjunto un proyecto global de escritura, tendiendo nexos entre distintas generaciones de la ex Unión Soviética.

Desde “La guerra no tiene cara de mujer”, “Últimos testigos. Los niños en la Segunda Guerra Mundial” hasta “Los muchachos de zinc” y el “Fin del homo sovieticus” construye sus relatos con una polifonía de voces, donde esa voz precisamente que se lee es la voz de los protagonistas en primera persona, la voz de la escritora esta retirada de escena.

Nos son relatos, no buscan la verdad, sino que muestran las grandes contradicciones de la vida, el componente humano de la tragedia. Recuperan la memoria de lo ocurrido, aquello que les sucedió a los pueblos con una mirada ética y solidaria con el sufrimiento humano.

En el caso de “Voces de Chernóbil” está construida con cuarenta y dos “monólogos” y tres “coros” reuniendo testimonios recogidos por ella misma y agrupados en “la tierra de los muertos”, “la corona de la creación” y “La admiración de la tristeza”.

En este libro la voz de la autora aparece en el texto “Entrevistas de la autora consigo misma” donde se pregunta sobre las omisiones de la historia y porque lo ocurrido en Chernóbil pone tela de juicio la visión del mundo por parte de los soviéticos.

Los monólogos recorren emociones, reflexiones de testigos, muestra la burocratización de la ciencia aplicada, pero también destacan el heroísmo de los voluntarios, el orgullo de defender la vida, la negativa a abandonar la propia tierra y el apego de las comunidades pese a la tragedia.

Svetlana Alexiévich nació en Stanislav (hoy Ivano-Frankivsk, Ucrania), hija de un padre bielorruso y una madre ucraniana. Creció en Bielorrusia, donde estudió periodismo en la Universidad de Minsk. Como periodista y escritora, desarrolló un estilo único que combina entrevistas y testimonios para crear "novelas de voces", retratando la vida en la Unión Soviética y sus secuelas. Entre sus obras más destacadas están “La guerra no tiene rostro de mujer” (1985), “Voces de Chernóbil” (1997) y “El fin del Homo sovieticus” (2013). En 2015, recibió el Premio Nobel de Literatura por sus escritos polifónicos, que son un monumento al sufrimiento y al coraje. Su crítica a los regímenes políticos la llevó a exiliarse en varias ocasiones, viviendo en países como Francia, Alemania y Suecia, antes de regresar a Minsk en 2011.

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