Chubut

Terremoto de año nuevo en Japón rememoró la angustia de Fukushima

El terremoto de magnitud 7,6 del día de Año Nuevo de 2024 en la costa occidental de Japón, con sirenas de alerta de tsunami sonando a lo largo del Mar de Japón, trajo recuerdos horribles del devastador Gran Terremoto del Este de Japón del 11 de marzo de 2011 y las triples fusiones en la estación nuclear de Fukushima Daiichi

No se han informado aumentos de radiación después del evento sísmico del 1 de enero de 2024. 

 


  Las columnas de la puerta del templo Onohiyoshi en Kanazawa se desplomaron en el terremoto.

 

Aquel terremoto del 2011 produjo trascendentales consecuencias políticas en todo el mundo. Ahora veremos consecuencias radiológicas en el mismo Japón.

 

Como consecuencia de la catastrófica fusión del triple reactor, varias decenas de miles de kilómetros cuadrados de la prefectura de Fukushima y del resto de Japón quedaron contaminados con importantes cantidades de cesio radiactivo y otros radionúclidos. 

 

Expertos de una conocida organización ambientalista ha realizado más de 30 investigaciones sobre las consecuencias radiológicas del desastre.

 

El gobierno de Japón, en gran parte bajo el primer ministro Shinzo Abe, ha intentado engañar al pueblo japonés tergiversando la eficacia del programa de descontaminación, así como los riesgos radiológicos generales. Como demuestran los últimos estudios, la contaminación está muy extendida, y sigue siendo una amenaza muy real para la salud humana y el medio ambiente a largo plazo. 

 

  La Agencia Meteorológica de Japón publicó un mapa mostrando las zonas afectadas. La X roja marca el epicentro cerca de la ciudad de Suzu.

 

Las zonas contaminadas comprenden campos de arroz y otras tierras de cultivo, así como una gran cantidad de bosques. Muchas personas que vivían en estas zonas trabajaban como agricultores o en la silvicultura. Los residentes recogían madera, setas, frutas y verduras silvestres de los bosques de las montañas, y los niños tenían libertad para jugar al aire libre en los bosques y arroyos. 

 

Desde la catástrofe, decenas de miles de personas han sido desplazadas de sus tierras ancestrales. El daño va mucho más allá de la amenaza inmediata a la salud: además de destruir los medios de subsistencia, ha destruido toda una forma de vida.

 

Debido a las acciones del gobierno, muchos miles de evacuados se han visto obligados a tomar una decisión imposible: volver a sus hogares contaminados por la radioactividad o abandonar sus casas y tierras y tratar de establecer una nueva vida en otro lugar sin una compensación adecuada. 

 

Esto equivale a una coacción económica y puede obligar a individuos y familias a regresar contra su voluntad debido a la falta de recursos financieros y de alternativas viables. Dado que estas personas perdieron sus medios de vida, sus comunidades y sus propiedades como resultado de un desastre nuclear en el que no tuvieron nada que ver, esto es tremendamente injusto. 

 

El gobierno japonés afirma que, con la excepción de las zonas de “difícil retorno”, la descontaminación se ha completado en gran medida dentro del Área Especial de Descontaminación (SDA), que incluye los municipios de Namie e Iitate. Sin embargo, se ha constatado que la mayor parte de la SDA, donde el gobierno se ha encargado directamente de la descontaminación, sigue contaminada con cesio radiactivo. 

 

De hecho, a pesar de un enorme programa de descontaminación, el análisis de los propios datos del gobierno muestra que en la SDA se ha descontaminado solo una media global del 15%. 

 

Una de las principales razones es que gran parte de la prefectura de Fukushima es un bosque montañoso que no puede ser descontaminado. 

 

En estudios sobre la radiación durante la última década, se han encontrado constantemente lecturas muy por encima de los niveles objetivo de descontaminación del gobierno. 
Las emisiones radiactivas de la catástrofe y la contaminación medida en 2020 están dominadas por el radio cesio. Sin embargo, el accidente liberó otros isótopos. Entre ellos se encuentra el estroncio 90 (Sr-90) radiactivo. 

 

El estroncio 90 es un radionúclido que busca los huesos y que, si se ingiere, se concentra en los huesos y la médula ósea, aumentando los riesgos de contraer cáncer. El muestreo y análisis de agujas de cedro recogidas en los bosques de la prefectura de Fukushima confirmó la presencia de Estroncio 90. 

 

En lugar de realizar los costosos análisis de laboratorio a gran escala del Sr-90 necesarios para una medición precisa, el gobierno ha utilizado cálculos cuyos resultados son nada confiables. El gobierno japonés sigue ignorando en gran medida los peligros potenciales del estroncio 90 y otros radionúclidos en la prefectura de Fukushima.

 

La mayor amenaza del estroncio-90 proviene de la enorme cantidad existente en el emplazamiento de Fukushima Daiichi y, en particular, de la cantidad presente en los núcleos de combustible de los reactores fundidos de las unidades 1-3. 

 

Los planes actuales de desmantelamiento de los reactores en los que existen este estroncio y otros radionucleidos, suponen un riesgo único. 

 

Una cantidad menor, pero significativa, también está presente en los millones de toneladas de agua contaminada que el gobierno ha vertido en el Océano Pacífico.      (Fuente Beyond Nuclear Internacional)
 

 

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