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Miguel Angel Cuel: «Fue una experiencia bastante dura que a nosotros nos cambió la vida para siempre»

El excombatiente Miguel Angel Cuel contó su experiencia a EL CHUBUT de haber vivido en primera persona la guerra de Malvinas y aseguró que los que volvieron «están aprendiendo a llevar la mochila todos los días y aprender a acomodarla, pasa que a esta altura de la vida ya cada vez cuesta un poco  más».

por REDACCIÓN CHUBUT 02/04/2022 - 14.32.hs


Miguel Angel Cuel fue soldado clase 63, conscripto en el año 1982 y con varios compañeros  más salió de Madryn para Sarmiento el 1 de febrero. Una vez allí, los fueron separando por letras, a él le tocó la letra I en la Compañía Ingeniero 9 dentro del Regimiento 25 en Sarmiento, junto a Ricardo Echeverría.
«Pasamos unos días ahí, nos cortaron el pelo y nos dieron la ropa. Hicimos ahí la instrucción unos 20 o 25 días, después nos dieron un destino donde estuvimos otros 20 días más o menos y llegó el  28 de marzo que nos forman a todos en la plazoleta de armas de la compañía y el jefe nos dijo que vamos a tener que sacar 70 guerrilleros de una estancia, que hasta ese momento era fácil porque se estaba preparando todo el regimiento que en total éramos como 3.000», detalló Cuel.

Asimismo, Cuel continuó relatando que el 1 de abril los embarcaron a Comodoro. Llegaron en la tarde-noche, durmieron arriba de los camiones y, tipo cinco o seis de la mañana, se despertaron y cerca de las siete estaban en pista para subir al avión: «Ahí nos dice el capitán de la compañía nuestra que íbamos a tomar Malvinas, ahí nos enteramos donde íbamos», relató.
«Hasta ahí bien porque todavía imaginábamos esos 70 guerrilleros. En un momento nos dijeron que la pista estaba ocupada y que íbamos a tener que sobrevolar para poder bajar, ahí vino la primera preocupación pero bajamos cuando desocuparon la pista. Nuestro avión fue el segundo que aterrizó en Malvinas», destacó Cuel.

Asimismo, Cuel dijo que el 2 de abril a la noche los llevan al Almirante Irizar en helicóptero, durmieron ahí y después bajaron con el equipamiento que era un bolsón grande con toda la ropa, manta, un poncho de lluvia, una bolsa de rancho con 250 proyectiles, cuatro cargadores, más el fusil con el cargador, «caminamos hasta Puerto Argentino, hicimos dos o tres casas que tocó revisar y seguimos hasta el puerto».
«De ahí nos embarcaron hasta la Isla de los Estados, llegando a Darwin seguimos viaje hasta llegar a Bahía El Zorro. Fuimos a dormir a un corral de ovejas que habíamos limpiado, hasta que empezó la llegada de los ingleses, la etapa donde estás esperando a que vengan, después cuando llegan y que termine todo», relató Cuel.

 

«LAS TRINCHERAS NOS 
SALVARON LA VIDA»
Por otro lado, en cuanto a su estadía allá, Cuel contó que hicieron muchos pozos de zorros e hicieron trincheras que eso fue «lo que nos salvó la vida» porque los cañones que ellos tiraban llegaba a 20 kilómetros y los nuestros solamente a cinco kilómetros, «no teníamos con qué defendernos».
«Nos salvó una estrategia que hizo el Jefe de la Compañía, hicimos cañones simulados, morteros con tambores que los tapamos con turba, con caños plásticos y palos, entonces los ingleses tiraban ahí y no nos tiraban a nosotros porque no teníamos con qué tirarles. Lo único que nos quedaba a nosotros era suerte de que no cayera ningún proyectil, cayeron en dos o tres pozos pero, gracias a Dios, no pasó más que quedar enterrados un rato».

 

«CUANDO NOS CAPTURARON LOS INGLESES NOS TRATARON BIEN»
Cuel recordó que, cuando fueron capturados, los ingleses los trataron bien, lo que era la parte de los conscriptos porque sabían bien la diferencia entre ellos, los oficiales y suboficiales. 
«Por un lado, tenían alegría de estar vivos pero por otro lado angustiados porque cuando ves que bajan tu bandera de tu mástil es durísimo, fue muy triste. Los ingleses nos hacían hacer tortas fritas por grupo, dormimos en un galpón, nos embarcaron a un helicóptero, nos llevan a un buque de desembarco y nadie nos decía nada solo recibíamos órdenes», explicó Cuel.
Continuando con su relato, el excombatiente dijo que en esa noche los llevan a una barcaza desembarco que fue un momento duro porque iba toda la compañía y «decíamos acá se terminó lo nuestro, hasta que llegamos al barco Northland que atraca al lado de la barcaza en medio del estrecho San Carlos  y subimos. Estábamos navegando y sale el jefe de compañía y nos dijo que desembarcábamos en Madryn, era de madrugada, tipo seis y, para bajar, me dieron dos paquetes de cigarrillos y una cajita de chicles».

«NOS SORPRENDIO EL RECIBIMIENTO DE LA GENTE DE MADRYN»
En tanto, Cuel detalló que luego de bajar del barco, los subieron al colectivo que tenía unas ventanas tapadas y, con la incertidumbre de saber si «acá la sociedad nos rechazaba, pero en un momento me acuerdo que había gente hasta donde está la cancha del Madryn».
«Ahí cambió todo, cuando salimos del puerto me acuerdo ver la gente de Aluar atrás del alambrado con camperas, banderas y que nos alentaban. Enseguida empezó a cambiar todo, porque nos estaban recibiendo, no es que nos odiaban. Ahí nos cambió el ánimo porque sinceramente nos habían destrozado porque como veníamos y decir que tu pueblo no te quiere fue muy difícil», sostuvo el excombatiente.

 

«ME GUSTARIA VOLVER A MALVINAS»
Por último, Cuel aseguró que le gustaría volver a Malvinas, en 2010 tuvo la oportunidad ya que tenía el pasaje y «sinceramente no me animé. Les dije a los muchachos, ‘me falta algo, no me animo, déjenme un tiempo más y ahora sí quiero ir, realmente tengo ganas de ir».
«Estoy esperando nada más que se pueda llegar a donde yo estuve, en Bahía El Zorro que es la Gran Malvinas. Ahí tengo mi pozo donde viví los dos meses y pico, ahí pasamos un montón de cosas en ese lugar así que si Dios quiere ojalá que pronto pueda volver», finalizó Cuel.

 

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